CIUDAD DEL VATICANO, 05 Jul 2013 (AFP) – Conocido como «el papa bueno» por su simplicidad y por su afabilidad, Juan XXIII (1881-1963), cuya próxima canonización anunció este viernes el Vaticano, es considerado como el padre de la renovación en la Iglesia católica por haber lanzado e inaugurado el Concilio Vaticano II en 1962.
Beatificado el 3 de septiembre de 2000 por el papa Juan Pablo II -junto al cual probablemente será canonizado-, Juan XXIII estuvo al frente de la Iglesia católica desde 1958 hasta 1963.
Figura muy popular, sobre todo en Italia, era considerado un progresista porque promovía el diálogo con los no cristianos y los no creyentes.
Nacido en Sotto il Monte (norte de Italia) el 25 de noviembre de 1881, en una modesta familia campesina de Lombardía, Angelo Giuseppe Roncalli fue ordenado sacerdote en 1904 después de haber estudiado en el Seminario Pontificio Romano.
Ordenado obispo en 1925, emprendió la carrera diplomática y fue enviado a Bulgaria, Turquía y finalmente a Francia, poco después de la Segunda Guerra Mundial.
En 1953, fue creado cardenal y nombrado patriarca de Venecia. Tenía 77 años cuando fue elegido papa, el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII.
Elegido en realidad como un papa de transición después de la muerte de Pío XII, el 25 de enero de 1959 dejó a todo el mundo boquiabierta al anunciar la realización del Concilio Vaticano II, una asamblea con todos los obispos del mundo para cambiar a la Iglesia, la cual inauguró personalmente el 11 de octubre de 1962.
«Yo voy a abrir la ventana de la Iglesia con el fin de que podamos ver lo que pasa afuera y que el mundo pueda ver lo que pasa en nuestra casa», clamó entonces.
Al principio los sectores conservadores del Vaticano pensaban que el concilio no pondría en discusión cosas importantes. Pero rápidamente se dieron cuenta de que las cosas no serían así.
El Concilio Vaticano II debatió sobre muchos temas, desde abandonar la sotana hasta el latín como idioma oficial de la Santa Sede, de la libertad de consciencia y de religión, de abrir el diálogo con otras religiones y con los no creyentes y sobre todo de una nueva actitud por parte de los católicos hacia los judíos.
El Concilio Vaticano II no había terminado cuando Juan XXIII falleció, el 3 de junio de 1963, luego de haber publicado la encíclica «Pacem in Terris» (Paz en la tierra).
El papa Francisco decidió el viernes de forma poco tradicional -aunque las normas canónicas lo establecen como una prerrogativa del pontífice-, que Juan XXIII sea canonizado aún sin que la Congregación para la Causa de los Santos comprobara que había intercedido en un segundo milagro después de su beatificación.
El segundo milagro es generalmente exigido para que un beato pueda ser consagrado santo, según la Constitución Apostólica de 1983.
«Todos nosotros conocemos las virtudes y la personalidad del papa Roncalli y no hay necesidad de explicar los motivos de la decisión de Su Santidad», explicó viernes a la prensa el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi.