Como quien no quiere la cosa el canciller haitiano, Duly Brutus, solicita a República Dominicana el cumplimento de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al advertir que ese no es un asunto bilateral porque las personas afectadas son dominicanas.
Durante una rueda de prensa convocada en la oficina del Primer Ministro, Brutus pretende excluir a Puerto Príncipe del debate en torno a esa condena, definida por el Gobierno dominicano como extemporánea, sesgada e inaceptable.
Para el ministro de Exteriores haitiano, todo lo relacionado con ese fallo corresponde a “los organismos internacionales y a las organizaciones defensoras de los derechos humanos”, como si la causa principal no fuera la desenfrenada migración ilegal haitiana.
En vez de evadir el bulto, Haití debería participar activamente en la búsqueda de una solución definitiva al tema migratorio que ha sido la raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional que fija el alcance de la nacionalidad. Hay que jugar limpio.
Monseñor Flores
La muerte de monseñor Juan Antonio Flores Santana, acaecida ayer en Santiago, enluta a la sociedad dominicana a la que sirvió con esmero y pasión desde el púlpito de la Iglesia Católica, donde clamó siempre por justicia y equidad.
Su dilatado ejercicio sacerdotal se desarrolló básicamente como obispo en La Vega, por más de 20 años, y en Santiago donde permaneció al frente de la arquidiócesis hasta su retiro tras cumplir los 75 años de edad.
De acendrada vocación sacerdotal y profundo celo pastoral, monseñor Flores, quien nació en Tamboril en 1927, dedicó su vida al servicio de los demás y a la denuncia de toda forma de injusticia y exclusión social.
El Nacional participa de la congoja colectiva por el fallecimiento del arzobispo emérito Juan Antonio Flores Santana, siervo de Dios que regó la campiña cibaeña con agua bendita de amor, comprensión y unión.