Alejandría, la Ciudad de los Mil Palacios, fundada por Alejandro Magno, se hundió en el agua y el fango porque el suelo no soportó el enorme peso de los grandes templos y edificios, incluyendo el Palacio de Cleopatra.
Esta ciudad fue inaugurada en el año 331 antes de Cristo por Alejandro Magno, convirtiéndose en el principal centro comercial, cultural y del conocimiento en el mundo antigüo. Fue durante la dinastía de Ptolomaica.
Las ruinas de lo que fuera aquella esplendorosa ciudad yacen hoy bajo el mar y bajo las construcciones modernas.
Durante el reinado de Cleopatra esta ciudad mediterránea albergaba una población multicultural estimada en 325 mil habitantes.
Los palacios y templos que han encontrado Franck Goddio, que desde hace una década dirige los trabajos arqueológicos de ciudades sumergidas como Canopo, Heraclion y Alejandría, y sus submarinistas en las oscuras y contaminadas aguas de la Bahía de Abukir son los más grandes que se construyeron nunca en Egipto. «Eran obras colosales.
El peso de estos edificios y el desplazamiento del agua hicieron que ciudades como Heraclion, Canopo y el Portus Magnus de Alejandría se hundieran. La monumentalidad de estas construcciones fueron la causa de su hundimiento».
El lodo del Nilo está compuesto por cristales que, a su vez, contienen agua dentro. Si se ejerce una presión muy grande sobre esta superficie, los cristales se juntan y dejan escapar esa agua que, en una fracción de segundos, es evacuada provocando que la tierra pierda entre el 50 y 60% de su volumen, por lo que todo lo que esté construido sobre este suelo se viene abajo», indicó Goddio.
Las ciudades que se localizaban en esta región africana fueron víctimas del llamado «fenómeno de licuefacción» y los enormes y pesados templos y palacios provocaron que el suelo se abriera y se los tragara literalmente.
La licuefacción (o licuación) es un fenómeno típico de suelos saturados del tipo arenas finas y flojas y limos mal graduados, que ocurre cuando estos se someten a acciones dinámicas y que consiste en una pérdida de fuerza y rigidez debido a que la presión del agua aumenta de forma rápida hasta el punto de que las partículas quedan sueltas, se mueven libremente y pierden la capacidad de transmisión de esfuerzos.
Su nombre deriva del hecho de que en ese momento el suelo se comporta como si se tratara de un líquido.
En cuanto a otro de los mitos de estas ciudades, el fabuloso Faro de Alejandría, y que el equipo de Goddio ha buscado sin descanso en estos últimos 15 años, el arqueólogo francés ha llegado a la conclusión de que lo único que queda de esta construcción es el mito.
Ya se ve que el afán por cargarnos la costa nos viene desde muy antiguo.
Faro de Alejandría.
Ese mítico faro ya no existe en parte alguna y no es necesario buscarlo. El Faro que se hundió, allá por el siglo XIV no es el Faro que en el siglo III a.C. podían contemplar los alejandrinos, pues desde entonces, varias veces se reconstruyó antes de su total destrucción.
Caso de encontrar restos de ese faro, éstos no tendrían valor histórico alguno, pues no serían más que restos de un faro construido poco antes del siglo XIV cuando se cayó definitivamente..