
McKinsey advierte que los factores que impulsaron ese auge —tasas elevadas, márgenes excepcionales y bajo riesgo crediticio— son temporales.
Santo Domingo. – La consultora McKinsey & Company afirma que la banca mundial atraviesa un cambio estructural que marcará su rumbo durante la próxima década.
En su Informe Anual Global sobre la Banca 2025, la firma sostiene que el éxito ya no dependerá del tamaño de las instituciones, sino de su capacidad para integrar tecnología avanzada, optimizar el uso del capital y responder con agilidad a las nuevas demandas del consumidor.
Según el reporte, en 2024 la banca global registró beneficios récord de 1.2 billones de dólares, la cifra más alta en la historia del sector financiero.
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No obstante, las valoraciones bursátiles continúan alrededor de un 70 % por debajo del promedio de otras industrias, reflejo de la incertidumbre sobre la sostenibilidad de esas ganancias.
Fin del modelo basado en la escala
McKinsey advierte que los factores que impulsaron ese auge —tasas elevadas, márgenes excepcionales y bajo riesgo crediticio— son temporales. A medida que se normalicen, la rentabilidad podría caer por debajo del costo de capital en varios mercados.
Ante ese panorama, la consultora plantea el fin del modelo centrado en la escala y propone una nueva hoja de ruta: la “caja de herramientas de precisión”, que prioriza la tecnología, la eficiencia del capital, la experiencia del consumidor y las adquisiciones orientadas a capacidades específicas.
“La transformación bancaria de esta década no se medirá por cuánto crece una institución, sino por qué tan rápido logra adaptarse al cambio”, expresó Antonio Novas, senior partner de McKinsey & Co. y managing partner para República Dominicana.
Inteligencia artificial como eje del cambio
El informe revela que los bancos invierten anualmente más de 600 mil millones de dólares en tecnología, el mayor gasto entre todas las industrias, sin que ello se traduzca en mejoras consistentes en productividad.
Por ello, McKinsey recomienda enfocar las inversiones tecnológicas en áreas de alto impacto, especialmente en inteligencia artificial generativa y agentic AI, capaces de transformar procesos internos y la relación con el cliente.
De acuerdo con sus estimaciones, la adopción de la IA podría reducir hasta un 70 % algunos costos operativos y bajar entre un 15 % y un 20 % la base total de gastos del sector. Sin embargo, advierte que la ventaja será temporal, ya que la competencia y la difusión de las tecnologías trasladarán parte de los beneficios a los consumidores.
Un cliente más digital y menos leal
En Estados Unidos, solo el 4 % de los solicitantes de nuevas cuentas mantiene su banco actual sin comparar otras opciones, frente al 25 % en 2018. Este comportamiento refleja un consumidor más digital, menos leal y con mayores expectativas de personalización.

McKinsey anticipa que los agentes inteligentes financieros serán la próxima disrupción: plataformas capaces de gestionar automáticamente las finanzas personales, optimizando pagos, transferencias y créditos. Aunque mejorarán la eficiencia, podrían reducir en 170 mil millones de dólares las ganancias globales y restar hasta dos puntos al retorno sobre el capital tangible (ROTE).
América Latina, entre las más rentables del mundo
El informe también revela que solo el 15 % de los bancos cotizados crea valor sostenido para sus accionistas. Los líderes no destacan por su tamaño, sino por su precisión operativa y su asignación estratégica de capital.
En América Latina, la banca mantiene un ROE promedio de 16.5 %, uno de los más altos del mundo, impulsado por el crecimiento del crédito y los depósitos. No obstante, la expansión de las fintechs y el cambio en los hábitos de los consumidores demandan estrategias más ágiles y tecnológicamente sofisticadas.
Una nueva era para el sistema financiero
Para McKinsey, la era de la banca impulsada por la escala ha llegado a su fin. El liderazgo del futuro dependerá de decisiones basadas en datos, personalización hipersegmentada y una gestión precisa del capital. La inteligencia artificial se perfila, además, como el catalizador del próximo gran salto de eficiencia en el sistema financiero global.