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La corrupción y las mujeres

La corrupción y las mujeres

Susi Pola

El suceso del 26 de septiembre en la comunidad de La Ciénaga, distrito municipal El Pinar, en la provincia San José de Ocoa, a raíz del desborde dramático del Arroyo La Piedra, con el parto de una joven mujer en medio del la crecida y la lluvia, nos recuerda que la corrupta política aplicada afecta a más las mujeres.

La imagen de ella ayudada por la comunidad para llegar a la otra orilla con dificultad extrema y dolor de parto, es especialmente sensible para las mujeres que hemos dado a luz, y entre los anuncios triunfales del senador de la provincia y las críticas a un problema recurrente por años imaginamos miedo, sufrimiento, incredulidad y, sobre todo, riesgo, como marca indeleble.

El anuncio del nacimiento de una niña en esas circunstancias, indica providencialmente que las cosas “salieron bien”, pero podrían haber sido fatales para la madre y la niña, expuestas a riesgos imaginables en esas dramáticas circunstancias.
La corrupción enraizada impide que un país adelante.

El filósofo investigador colombiano, profesor de la Universidad Javeriana en ese país, Henry Camilo Bejarano S., nos dice que, “la corrupción, suele ser una conducta sistemática y perniciosa en un amplio número de sociedades”, y agregamos, que hoy por hoy, enraizada, reciclada y más viva que nunca, al punto que, las leyes parecieran inútiles de aplicar con ella. (Bejarano S., Henry y Jaimes S. Diana. 2021. Civilizar vol.21 no.40 Bogotá).

Bejarano y Jaimes, definen la corrupción política como “una conducta ilícita llevada a cabo por políticos o funcionarios públicos con una motivación específica, a saber, satisfacer el interés particular o grupal en detrimento de los ingresos que percibe el Estado.

Las prácticas más conocidas son: malversación, prevaricación y cohecho”.

Administran los bienes comunes desde una mala práctica política que perjudica a toda la ciudadanía dueña de esos recursos públicos que ellos y ellas creen suyos. Y la falta de solución al desborde de Arroyo La Piedra reiterado con la época de vaguadas inundándose y causando destrozos al pueblo, es una responsabilidad político-administrativa.

Y esa falta de ética y de reflexión crítica para discernir entre lo que es correcto o no, es lo que abunda en la administración pública de nuestros recursos.

Unida a una doble moral permanente que les impide establecer una conducta justa porque sus valores, están distorsionados.

A no olvidar que afecta a las personas de forma diferente y por causas diversas, como el género y la vulnerabilidad de esta joven madre y su hija.