La cumbre de los BRICS se celebra en Kazán, Rusia. En esta cumbre, se reunen los líderes de los países del bloque BRICS, que ahora incluye a Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, y a partir de 2024, también integrará a Argentina, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos. Esta reunión es vista como un evento clave para discutir temas de relevancia global y fortalecer la cooperación económica entre estos países, además de abordar desafíos multilaterales.
En un mundo cada vez más fragmentado y multipolar, el grupo de países conocidos como BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— emerge como un bloque con creciente influencia en la política y la economía global, y está comenzando a desafiar seriamente el viejo orden unipolar liderado por Estados Unidos y sus aliados, al tiempo de articular una narrativa alternativa que redefinirá las reglas del juego en la gobernanza mundial.
La ampliación del grupo no solo refuerza su peso económico, representando ya más del 40% de la población mundial y aproximadamente una cuarta parte del PIB global, sino que también diversifica su base geopolítica, geoeconómica y cultural, en el que se destacan iniciativas como el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y el Acuerdo de Reservas de Contingencia (CRA), lo que demuestra un esfuerzo concertado por crear alternativas a instituciones tradicionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que han sido criticadas por su sesgo hacia los intereses de las naciones desarrolladas.
Y como habría de suponer, la respuesta de Occidente no ha sido indiferente, ya que Estados Unidos y sus aliados han comenzado a adaptar sus estrategias para enfrentar el creciente desafío que representa el ascenso de los BRICS, con iniciativas como la revitalización de alianzas desgastadas como el G7, el fortalecimiento de asociaciones estratégicas en la región del Indo-Pacífico, la expansión de la OTAN, así como el incremento en el gasto de defensa en Europa, lo que refleja un intento por contener la influencia de China y, por extensión, del grupo BRICS.
De ahí que el nerviosismo de occidente no es para menos, ya que tradicionales aliados de Estados Unidos, y otros que son miembros de la OTAN, se han incorporado al BRICS, como son los casos de Arabia Saudí, Egipto, Irán y Turquía., muchos de los cuales vienen haciendo transacciones comerciales en sus respectivas monedas, desde hace un buen tiempo.
Con todo lo anterior, el proceso de desdolarización del mundo se extiende con velocidad, y los propios países de los BRICS hablan públicamente o bien, como es el caso de Brasil o Sudáfrica, de crear una moneda nueva para la transacción de operaciones.