Desinformación, fakenews y chismes abundan en el día a día, cortesía de las omnipresentes redes sociales y los medios informales -y no tan informales- que las usan como fuente noticiosa.
Hace mucho que esta degradación informativa empezó, y aun cuando su explosión coincide con el auge de plataformas online, lo cierto es que se trata de un fenómeno mucho más viejo, solo que décadas atrás se conocía con otros nombres, como, por ejemplo, propaganda y amarillismo.
Por supuesto, este asunto de desinformación y fakenews tan solo empeorará en la medida en que sigan avanzando los recursos de inteligencia artificial a la mano, con consecuencias que todavía no dan un indicio de qué tan problemáticas o profundas pudieran llegar a ser.
En este contexto de desinformación permanente en que nos hallamos, el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) ha decidido iniciar una campaña alertando sobre los peligros de la desinformación y su difusión, promoviendo de paso las buenas prácticas para no incurrir en esta práctica y la importancia de la veracidad en las informaciones.
Esta campaña de Indotel se lanza en el marco de la recién inaugurada XXVII Feria Internacional del Libro. A simple vista, podría parecer un esfuerzo loable y necesario para parar la marejada de desinformación que nos arropa. Solo hay un problema, y es grave: todo esto viene motivado por coyunturas políticas, algo que se evidencia en la rueda de prensa ofrecida por el titular de la institución.
De haberse limitado a ofrecer estadísticas -62 por ciento de los contenidos en redes sociales son falsos, por ejemplo- y un esbozo de la realidad que vivimos en términos de la información que recibimos y consumimos, ese trasfondo político quizás no se hubiera hecho tan evidente, pero no fue así.
El titular, quizás tomándose atribuciones que no le corresponden, hizo una defensa de cara a críticas recientes y no tan recientes, y eso automáticamente resta méritos a lo que pudo haber sido una campaña de provecho.
Después de todo, es verdad que la desinformación gana cada día más espacio y que cada vez más gente comparte y difunde noticias sin averiguar. Es también una realidad que necesitamos guías formales para manejarnos en este ámbito, y qué mejor que una autoridad competente para marcar la pauta. Desafortunadamente, la política todo lo permea en este país, y por eso nada se toma en serio ni tiene continuidad, tal como se ha visto en los últimos cinco años.
En el ámbito tecnológico, este gobierno en particular se ha caracterizado por el tremendismo, haciendo una serie de anuncios grandiosos que no pasan de ser justo eso, anuncios. Lo hemos visto con la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial (ENIA), con el tema de tierras raras, con ideas espaciales, con Amazon y muchos otros casos.
Esta campaña de Indotel, ¿se ha trazado objetivos claros, más allá de los propósitos ya advertidos? ¿Cómo se mediría su impacto? ¿Cuál sería su duración?Como de costumbre, preguntas que difícilmente tengan respuesta, porque eso es lo que pasa cuando las cosas se hacen por hacerlas, sea por moda o por estrategia.
El flagelo de la desinformación no se combate con campañas motivadas por política o por el deseo de defender una gestión gubernamental.
Tampoco se combate con consignas de un día o de una semana. Es con acciones concretas y continuas, de permanente difusión, que podría hacerse algo por detener el avance de tan nocivo fenómeno.