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La fuerza de voluntad

La fuerza de voluntad

Eduardo Álvarez

Nace fundamentalmente de la necesidad, el interés y el deseo. Nos impulsan a emprender desde las más pequeñas hasta las más grandes tareas, Incluso hazañas memorables y heroicas, que a menudo resultan imposibles. De ellas derivan motivaciones, aspiraciones, esperanza, miedos y anhelos oportunos y ocasionales.

Esto explica, por razones obvias de crecimiento, la permanencia y trascendencia en la propia existencia. Una condición y expresión patente e inevitable en nuestros descendientes y en la memoria de las generaciones futuras. Es bueno saber, a propósito, que todo lo que nace del corazón, permanece en la memoria.

El tema nos remite al hábito como un ejercicio eficaz para convertir la fuerza de voluntad es decir, los impulsos emocionales y racionales en acciones concretas. Estas acciones, para el logro de nuestros fines, se traducen en conquistas y triunfos, sintetizados tantas veces en laureles y trofeos, propios de las competiciones.

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Competir, no necesariamente ganar, es lo que implica el curso de toda nuestra existencia. Y en esto también se encuentra la mayor motivación. Por lo tanto, la práctica deportiva es la más evidente muestra de auto determinación y disciplina.

Si las emociones pueden influir, el autocontrol es la contraparte reguladora necesaria. En este punto, es necesario moderarla para mantener la firmeza en situaciones difíciles. Dejemos las prescripciones útiles y oportunas en determinadas situaciones a los expertos.

Tomamos las competiciones deportivas como ejemplo para utilizar un denominador común que nos permita explicar con claridad y en pocas palabras el proceso que conduce a la determinación como eje motor.

En la otra cara de la moneda están los enemigos jurados de la fuerza de voluntad, obstáculos que pueden debilitarla.

Citamos unos cuantos, los frecuentes: la procrastinación o tendencia a posponer tareas, distracciones en redes sociales y la televisión, la falta de objetivos claros, el estrés y ansiedad, la fatiga y procurar gratificación instantánea, lo que interfiere con las metas a largo plazo.

Lo que, a decir verdad, intentamos hacer en este espacio es reflexionar sobre el espectro de cada resolución que invariablemente precede a nuestras acciones. Estas consideraciones deberían contribuir a concienciar sobre la importancia o más bien, la necesidad de estudiar y trabajar la fuerza de voluntad como una facultad mental irremplazable que conduce a la toma de decisiones.

Una premisa básica que lleva a la acción, y por lo tanto, a los hechos. Y no olvidemos que “las acciones hablan más que las palabras”.