Opinión Articulistas

La grandeza

La grandeza

Eduardo Álvarez

Reservadas al alma y el espíritu, es inescrutable. Alcanza su infinita inmensidad e intensidad apenas en los sentimientos. Puede, incluso, encontrarla en las pequeñas cosas, aunque no necesariamente en las grandes. Efusiva, apasionada, serena, paciente, sencilla y natural, sin la menor afectación, es amor. Invariablemente. Se eleva y crece en la ausencia.

En su jornada recolectora de néctar, polen y agua, las abejas llevan a cabo un cotidiano acto inconmensurable. La humanidad nunca tendrá la forma de superar, en su significado y precisión, tal prodigio de la naturaleza. Mira que los avances científicos y tecnológicos logrados son tan enormes que los insospechados descubrimientos rozan la ficción de años atrás.

La grandeza nos permite explicar, acaso, la más palpable forma de expresión y obra en el hombre. Condicionada, desde luego, en la intención. Nunca la encontrarás en la maldad ni en la doblez donde se revele lo más bajo y vil en el ser humano, de magnitud reducida en las consecuencias de sus actos. Sin embargo, la bondad con todo lo que tiene de gloriosa, en tanto transforma, construye. Fortalece, inspira y estimula.

Inmaterial e intemporal, se aprecia más aún en la ausencia. Toda gran obra se eleva más con su magnificencia, cuando su autor desaparece. Pruebas al canto Van Gogh. Representada en cada paso que damos, para crecer. Para ser mejores personas, amables, pacientes y solidarios. Libres y felices.

Nos identificamos y sentimos atraídos por las hazañas que engrandecen a mujeres y hombres, reivindicando la fe y la esperanza aún en los momentos más aciagos.

“No temas a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande”. Esta frase de Shakespeare sugiere una predisposición de ciertos individuos a ser protagonistas, figuras señeras de su tiempo, lo cual puede ser inobjetable si no aceptamos el hecho incuestionable de que somos arquitectos de nuestro propio destino.
A decir verdad, lo hacemos cada día en cada paso que damos.

Verán así que podemos hallar nobleza y significado en la misma levedad del ser y en la consistencia de la razón.

Esto, por supuesto, puede ser inexacto y confuso, lejos de lo que requiere de objetividad todo lo que merezca ser considerado un verdadero gesto de grandeza. Que en ello sólo cabe la bondad, con lo justo y amable que hay en toda su manifestación. “Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre”, Juan Pablo Duarte nos pide ser.