Indudablemente que se podría definir al video como: «una técnica audiovisual que combina imágenes y sonido, transmitiendo información, contando historias o expresando ideas y emociones»; En español se dice «vídeo», expresión esdrújula en la cual la sílaba tónica es la antepenúltima. Sin embargo, el vocablo se popularizó del inglés, haciéndose una palabra grave o llana sin acento.
Diversión e información son actualmente las funciones del video. Por ejemplo, durante los días de las protestas en contra de la reforma fiscal, apareció una graciosa cinta hecha por varias mujeres influencer demostrando su apoyo a los cacerolazos.
También es para reírse a mandíbula batiente el clip de una activista comunitaria de Santo Domingo Norte que indicaba que a pesar de que en el sector Sabana Perdida le prepararon sancocho y domplines a la alcaldesa Betty Gerónimo para que se motivara a reparar las calles del sector, la funcionaria «se le comió la pantagruélica comida», olvidando el arreglo de las vías, a lo que Gerónimo reaccionó negando su predilección por el sancocho y los domplines.
Es una perogrullada que el video funge a veces como resquicio «dudoso» de una acción. Y ahí enmarco el film del vocero de la Policía, Diego Pesqueira, quien dio unas declaraciones sobre el supuesto asesino de un joven hijo de un comunicador de Santiago; en un audiovisual anterior el portavoz de la uniformada se exhibe diciendo: «…aquí voy con mi equipo», y entre los agentes presentados estaba el buscado homicida.
Lo de la periodista Altagracia Salazar durante las protestas en contra de la reforma fiscal es de apreciación multívoca. Decir que una señora fue a una emisora a golpearla e insultarla, y luego de la presentación del documento fílmico no manifestarse evidencias de tales cosas, demuestran la nigromancia del video.