Me pregunto cómo le habrá quedado el ojo a quienes se burlaron de la propuesta para que la UNESCO declara al casabe como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Llegaron a decir, y lo escuché en la radio, que el casabe no era comida, y que no servía para nada.
Y es que la ignorancia es atrevida, decía Yaqui Núñez.
Todo lo que sintetiza la cultura popular ha sufrido siempre el sesgo y el desprecio de sectores seudo intelectuales que procuran marcar distancia en aras de una fementida «formación».
Y en su cerebro de plástico, lo que tienen es una cultura de revista.
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Lo mismo dijeron del merengue, que en sus orígenes fue también despreciado por elites sociales, hasta experimentar transformaciones que le permitieron entrar a los salones y salir de la enramada.
Con la bachata sucedió igual. Ambos géneros musicales también declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Desearían muchos países alcanzar por lo menos una de esas distinciones.
Pero, dice el refranero que «no hay peor astilla que la de tu propio palo».