La República de Haití, a través de su misión diplomática en el país, se quejó de las deportaciones de haitianos ilegales por recibir supuestos maltratos, y violar protocolos existentes entre ambos países que regulan las repatriaciones, sin reparar que los dominicanos tenemos un Estado soberano que tiene el derecho del control migratorio, como lo tienen varios países que están enfrentando la inmigración de indocumentados del vecino país, sin tener reparos ni censura de ningún organismo internacional ni del propio gobierno haitiano.
Estados Unidos, México, Chile, Colombia, Ecuador, Bahamas y la propia Cuba, donde impera un Estado socialista, están deportando haitianos ilegales hacia su país en numerosos vuelos y en barcos repletos, cumpliendo con el mandato que les otorga la ley para tener la presencia en sus respectivos territorios de extranjeros sin documentación legal, facultad que no está en discusión en ningún tratado, tutelado por Naciones Unidas.
En las últimas semanas, el gobierno norteamericano ha deportado 10,831 haitianos, incluyendo 500 niños nacidos en Brasil y Chile, pero de padres oriundos de país vecino, conforme con estadísticas de la Organización Internacional de las Migraciones, acciones que continuarán de manera constante y sistemática, lo que evidencia la inexorable decisión de no permitir un desbordamiento de una inmigración ilegal que hace un terrible daño a la convivencia civilizada y a su sistema de seguridad.
Entendemos que las expatriaciones deben aumentar, pues hasta ahora son muy tímidas, utilizando paños tibios con una población qué pasa de los tres millones, traduciéndose en un peligro inmediato para nuestra supervivencia como país libre que necesita alejar cualquier posibilidad de lesionar la soberanía y seguir afectando nuestra identidad como pueblo.
La Ley de Migración debe ser aplicada para corregir el desorden que hemos vivido por décadas, debido a la complacencia de los gobiernos de turno, los cuales podrían ser asimilados como cómplices de la masiva presencia de indocumentados, la mayoría cometiendo infracciones criminales sin ser castigados, dado que huyen por la frontera cuando cometen sus hechos.