¿Qué Pasa? Arte Nacional

La rumba empezaba el jueves

La rumba empezaba el jueves

Joseph Caceres

La vida nocturna y el entretenimiento empezaba el jueves en los años ochenta. El Maunaloa Night Club invariablemente iniciaba sus shows con artistas extranjeros y dominicanos  desde los jueves de cada semana hasta el domingo.

En competencia estaba La Boite El Conquistador del hotel Naco.

El Salón Rojo del hotel Comodoro activaba su cartelera, y del igual manera en el Continental y en el hotel Cervantes.

La discoteca del hotel Napolitano abría su show con Anthony Rios.

El Karova presentaba shows con artistas criollos en su local de la 27 de Febrero.

Guillermo Henríquez montaba  bailables en El Caribeño de La Feria, donde ahora está la Universidad O&M.

Luego tenía sus shows en El Prestigio.

El American Club en la azotea del edificio La Cumbre  abría su cartelera.

El Sexto Sentido y el José Night Club iniciaban sus shows con revistas de bailarinas.

Lafuente Night Club atronaba con sus revistas al estilo del Lido de Paris y Las Vegas montadas por Héctor de San Juan con el vedetto Ed Vachán y los vestuarios de Kali Karlos.

Se presentaban espectáculos en el Embassy Night Club del hotel El Embajador.

La discoteca Ommi del hotel Sheraton se  popularizó por sus lunes, pero los jueves presentaba bailables con orquestas, y al final todos terminaban la noche o la madrugada comiendo los famosos sancochos de La Canasta.

Los Tenorios presentaban su show de humor en el Restaurant Versalles.

El Cortijo de Mary Paz en la George Washintong presentaba su show con artistas criollos y extranjeros

Tony Echavarría (Cambumbo) presentaba su show  partir del jueves

El Monalisa  con sus bailables oscuros

Las Pirámides en la Rómulo Betancourt

El restaurant Bahoruco de la 27 de Febrero.

Safari Disco con sus shows de “Los Creadores de IMágenes”.

El Yemallá presentaba sus bailables desde el jueves.

El restaurant Nuevo Venezuela ofrecía sus shows bailables.

Julito Deschamps se presentaba en La Barrica regenteada por Blanquita en la 27 de Febrero.

Las discotecas Waldos 1 y Waldos 2 se llenaban de gente a partir del jueves.

José Lacay presentaba su revista en el DC-4 construido con el fuselaje de un viejo avión

Los que procuraban altas emociones y “altas temperaturas” caían en los shows eróticos de Le Petite Chateaux.

En San Cristobal Luiggi’s Discotec se llenaba con gente de la capital y del Sur. Y por el igual en los pueblos del interior del país siempre habían actividades festivas y bailables, como en Astromundo de La Vega,  la Guira de San Francisco de Macorís, Samoa Bar de Mao,  Montevideo Bar de Licey, y los bailables en Baní.

Puedo seguir contando más de como era la trepidante vida nocturna dominicana, todas las noches, sin limite de horarios ni de bebidas.

Y la pasábamos felices, diferente a estos tiempos en ue la “vida nocturna”, se ha convertido en una “muerte nocturna”