
Pedro Julio Quezada, presidente de la Federación de Arte y Cultura, junto a Servio Montilla, los alcaldes William Garabito, Donaciano de la Cruz y acompañantes, a quienes se dirige para explicarles el recorrido de la Ruta de Sánchez.
Yo soy Sánchez. Tú eres Sánchez. Ella es Sánchez. Ellos son Sánchez. Aquí todos somos Sánchez. Francisco del Rosario Sánchez, porque yo amo la República. Tú también amas la República. Ella ama la República. Todos amamos la República y daríamos la vida por ella. La República Dominicana será libre e independiente de todo poder extranjero o se hunde la isla.
Eran las diez de la mañana del sábado 26. Desde el parque Sánchez, lugar histórico donde el 4 de julio del 1861 fue fusilado Francisco del Rosario Sánchez, recorrimos un tramo de la calle Sánchez hasta girar en la avenida Independencia hacia el Oeste; por ahí nos fuimos a buscar las huellas que 164 años antes, alzado en armas para iniciar la guerra de liberación nacional y devolverle a la patria la independencia que por segunda vez los imperios les habían robado, recorrió el hijo de Olaya y Narciso, sobrino de María Trinidad, héroe epónimo del 27 de febrero.
Con estas convicciones estábamos iniciando La Ruta de Sánchez, un recorrido por los caminos de la historia organizado por la Federación Dominicana de Arte y Cultura. Correspondíamos a la convocatoria hecha por Pedro Julio Quezada y Francisco Peña, impulsores de esta proeza.
Servio Montilla, vaso comunicante, puso empeño, con reiterados llamados, para que un número significativo de sanjuaneros se incorporara y, de a poco, nos fuimos sumando a la cita. Convocados para las 9, partimos a las 10, seguidos por dos autobuses con estudiantes y profesionales de Santo Domingo, Haina, San Cristóbal.
En la entrada de Las Matas de Farfán nos saludó el imponente busto de Orlando Martínez. No hubo parada, giramos hacia el suroeste contemplando los maravillosos paisajes de Rancho la Guardia, Juan Santiago, Los Guineos, Pinal Grande, Sonador, a través de una carretera recién construida al borde de empinados precipicios. La vegetación, sencillamente impresionante.
Pino, jobo, guanábana, flamboyanes, higo, aguacate, pera, árbol de nim, mango, palmeras y el infaltable plátano en toda la ruta. Era un deleite ver ese cautivante paisaje de “la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto’’, como lo describió el Almirante, y cuánta razón tuvo. Esta campiña se conserva, tal vez, con el mismo esplendor.
Tras recorrer 23 kilómetros desde la provincia de Orlando Martínez, nos detuvimos en El Cercado. El alcalde William Garabito, ciudadano de exquisita formación, nos ilustró con una clasecita sobre la ruta del mártir de San Juan.
En Hondo Valle, Punto final del recorrido, el alcalde Donaciano de la Cruz nos recibió con la banda de música y el profesor de historia Roberto Rosado dictó una conferencia. Sus palabras pusieron en nuestros oídos y entendimiento la trayectoria del héroe. Entró por Haití, y dijo, bien claro, que no tenía otro lugar por donde hacerlo. Y advirtió: “Que nadie mancille mi nombre”.
El 1 de junio del 1861, atravesando montes, con José María Cabral y un puñado de combatientes, llegó a Loma de los Calimetes, pasó a Madre Vieja y de ahí a Juan Santiago. El inicio de la guerra libertadora lo estaba esperando, pero también lo esperaba la traición del Judas dominicano que avisó de su llegada a las tropas imperiales.
Se produjo la primera batalla. José María Cabral disparó su carabina. Sánchez queda rodeado. De pronto, arriba el más valiente, el que luchó contra todos los imperios. Timoteo Ogando tomó por un brazo a Sánchez que ya estaba herido, “ven, sube a mi caballo y vamos”.
Sánchez: “no puedo abandonar a mis compañeros en combate”.
El constructor del manifiesto de la independencia, primer presidente de la República, rechazó salvarse en las ancas del caballo de Timoteo, y luchó hasta ser apresado, y fusilado.
Primero fue el silencio, después los aplausos en el salón de conferencias del Ayuntamiento; el profesor Roberto Rosado nos transportó a un largo recorrido desde Enriquillo, primer revolucionario de América, Hasta La Ruta de Sánchez.
Por: Rafael Pineda.
rafaelpinedasanjuanero@gmail.com
El autor es poeta.