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La tragedia que es el servicio al cliente en plataformas digitales

La tragedia que es el servicio al cliente en plataformas digitales

La tecnología es un problema: Instagram se inventa que una cuenta ha compartido su contraseña con un sitio que impulsa likes y seguidores, y procede a sacar al usuario de lo que estaba haciendo para cambiar la contraseña.
La excusa o justificación es que la cuenta se ha visto comprometida. Sin tener idea de qué habla Instagram o de qué está pasando, se procede con el cambio de la contraseña.

Cambiar una contraseña no es nada del otro mundo, pero en este mundo de aplicaciones y servicios interconectados (gracias, Meta), eso no es tan simple como borrar y hacer otra.

Por prevención, Instagram saca al usuario de las otras cuentas que tenga creadas, y no es tampoco que aprueban cualquier contraseña. En medio de todo, códigos por aquí y por allá por la famosa doble autenticación. Ah, la modernidad.

Seguimos. Se cambia la contraseña, aparentemente todo bien y orden, y seguimos con el trabajo. Lo que se estaba publicando, quizás por el desbarajuste, no quedó bien y es preferible publicar de nuevo desde cero.
Se publica. Por algún motivo, no sale la descripción. Por tercera vez, y estando ya la publicación al aire, se vuelve a poner la descripción correspondiente. Esta vez sí se publica.

Pasa un rato y alguien comenta, y ahí viene la sorpresa de que, como supuestamente se ha hecho algún negocio con un servicio desconocido de impulso de visibilidad, resulta que no se puede responder al comentario.

En ese punto, Instagram presenta un letrero indicando la razón del impedimento y dando opción de ok (aceptar la acusación y sus consecuencias) y una de “tell us” si entendemos que ha habido un error.

Pues, ¿qué creen? Eso de “tell us” no hace nada ni lleva a nada. Ir al centro de ayuda no ofrece una opción para reportar una situación irregular causada por Instagram ni para dar seguimiento a una acusación hecha por la plataforma.

Y, por supuesto, no hay un número al cual llamar, ni un chat ni nada que ayude en esta situación. El servicio al cliente en estas plataformas tan modernas y vanguardistas es, simplemente, inexistente.

Esa es la clase de mundo que hemos creado con el cuento de lo digital, lo online, las redes, y demás. Una acusación de estas aplicaciones, que nunca ofrecen siquiera la evidencia de lugar que la justifique, basta para arruinar marcas y reputaciones, sin mucho derecho a réplica.

No es de extrañar que con cada vez mayor frecuencia la satisfacción en todo lo que hacemos es baja, o casi nula, tanto en el mundo físico como en el digital. Una pena.