Quiero empezar este artículo con una frase del doctor Milton Ray Guevara, cito: “El agradecimiento es una oración del corazón”.
Nuestros abuelos solían repetir frecuentemente esta sabia frase: “Cuando el malagradecido se le olvida quién lo ayudó, la miseria le refresca la memoria.”
Nunca pensé en mis años mozos que en la vida hay muchas gentes ingratas, aunque he tenido claro que hay que ayudar a la gente y que se debe ser agradecido. El desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos, en esencia, la ingratitud, es un rechazo de Dios. Es un rechazo de él como Creador y Gobernador de todas las cosas en este mundo terrenal.
Es un rechazo de Dios como el dador de la vida, el dador de toda bendición, ya sea esperada o inesperada, placentera o dolorosa. ¿Cuáles son las características de una persona ingrata? Que no reconoce, no aprecia y no agradece el favor o bien que le hacen; que no siente gratitud; que desagradece. En fin, que no recuerda nada de los beneficios que recibió de otra persona.
Se emplea también como sustantivo. Sinónimos: desagradecido, desgradecido (desusado), malagradecido, ruin (por extensión). Antónimos: agradecido, reconocido. Un desagradecido es una persona que no agradece favores o beneficios obtenidos, que olvida; pero un malagradecido es aquella persona que lo agradece mal, incluyendo la traición, el fraude, el abuso de confianza.
No quiero que interpreten que me voy, sino que entiendan que la gratitud es algo intrínseco al ser humano, un valor. Por eso cada día agradezco a la vida, a Dios, a mi madre, a mi familia por soportarme en estos años de existencia, al señor José Luis Corripio, por ampararme durante todos estos años. Al amigo que pensó en mí para trabajar a su lado.
Quiero concluir con fragmentos de la canción de Joan Báez y Mercedes Sosa…. “Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me dio dos luceros, que cuando los abro, Perfecto distingo lo negro del blanco… Agradecer es humano.