La Victoria
Casa de terror
Si lejos de constituir un centro de regeneración la penitenciaría de La Victoria era un antro de terror, donde se planificaban crímenes y atracos, las autoridades hicieron lo que había que hacer: intervenirla para imponer el orden. No se podía seguir con las denuncias, sin tomar acciones, de que sucesos horrendos se planificaban en el centro de reclusión.
Con la ocupación de la infame cárcel por cientos de militares y policías se impone una exhaustiva investigación, como anunció la procuradora general de la República, Miriam Germán Brito, para establecer responsabilidades sobre las supuestas mafias que controlaban el recinto.
La destitución del alcaide Gilberto Nolasco Carrera y la remoción del personal policial y administrativo facilitan al menos el proceso de investigación.
Durante la campaña electoral el presidente Luis Abinader había denunciado que en las cárceles se planificaban crímenes, pero en lugar de abrirse una investigación el exprocurador Jean Alain Rodríguez lo emplazó a que presentara pruebas.
Sin embargo hubo que reconocer que reclusos habían participado en la planificación del atentado contra el exjugador de Grandes Ligas David Ortiz.
La intervención del recinto se acompañó de un operativo sanitario para evitar la propagación del coronavirus y de una reprogramación de la alimentación a los reclusos.
La intervención de La Victoria podría ser necesaria, pero no es todo para convertirla en un centro de rehabilitación de los privados de libertad. Las medidas tienen que ser profundas.

