Mi pesadilla que no termina comenzó con una inversión en un hotel que me propuso un ciudadano alemán que llevaba mucho tiempo radicado en el país. Yo había llegado de vacaciones desde Bélgica, donde dirigía una asociación de universidades y trabajaba en proyectos del Estado italiano. Me gustó el país y decidí quedarme a vivir en Las Terrenas, donde construí una casa e instalé un negocio.
Hans George Riech, a quien conocí hace 25 años, era de los dueños de un pequeño hotel de nueve habitaciones que quería ampliarlo a 42. Me contactó a mi, a un cuñado suyo alemán y a un suizo como socios. Yo adquirí seis habitaciones, por cuyo alquiler la compañía me pagaba un 60% cada vez que se ocupaba. Durante un tiempo todo fue bien, sin dificultades.
Un buen día Hans George desapareció. Le escrito muchas cartas pidiéndole explicaciones, pero él no contesta. A mi y los demás accionistas nos dejó enganchados, como dicen los dominicanos. Entonces yo inicié el reclamo a través de la justicia, pero el proceso ha sido otra odisea. En los tribunales se me ha reconocido la propiedad de las habitaciones, que con el hotel están en manos de un administrador secuestrario, pero aunque el hotel sigue abierto he dejado de recibir los porque la gerente dejada por Hans se atribuye la propiedad del inmueble. De cuatro acciones pasó a dueña.
Se ha comprobado que en el juicio se han presentado documentos alterados, declaraciones que no se corresponden con la verdad, pero los tribunales no parecen interesados en decidir el proceso. El socio suizo y yo hemos estado a punto de caer presos porque reclamos lo que no corresponde y que se establezca la verdad. Estos inconvenientes me han afectado mucho.
Sé que la justicia en República Dominicana es lenta, pero en mi caso ha sido demasiado lenta. Me duele decir que he perdido la confianza y el cariño que tenía a la gente de este buena tierra. Después de todo lo que he pasado he comenzado a vender mis propiedades porque en la justicia no se puede creer. Voy a llegar hasta donde pueda con la esperanza de que el cambio que ha garantizado el presidente Luis Abinader incluya también a la justicia.
Este país, que tiene de todo, necesita un cambio de verdad para que los extranjeros como yo que viven aquí se sientan seguros tanto con las inversiones como con su propia vida. Eso representa solo un pequeño esfuerzo.
Por: Luiggi Baccichet