Editorial

Laureles

Laureles

República Dominicana y Haití ofrecieron ayer la impresión de que han reencontrado el camino extraviado de mutua comprensión y cooperación, a juzgar por el resultado del primer encuentro en el reinicio del diálogo entre ambas naciones durante el cual las partes reconocieron derechos, deberes y obligaciones.

Haití ha dado un gran paso hacia la normalización plena de relaciones con su vecino al reconocer la potestad del Estado nacional a decidir sobre sus políticas migratorias y de nacionalidad, en tanto que la parte dominicana ofrece garantía de salvaguarda a los derechos básicos de las personas de origen haitiano.

El conjunto de acuerdos alcanzados por las comisiones dialogantes tiene ribete de trascendente y altamente provechoso, porque incluye compromiso de reciprocidad comercial, regulación de mercados binacionales y reactivación de la Comisión Mixta Bilateral.
La parte dominicana se ha comprometido a promover avance en la legislación nacional para dar respuesta a todos los casos contenciosos migratorios no contemplados en el Plan de Regularización de Extranjeros que ejecutan las autoridades, lo que fue recibido de buen agrado por los comisionados haitianos.

Por primera vez en muchos años, los gobiernos haitiano y dominicano acuerdan aunar esfuerzos para garantizar la seguridad fronteriza y combatir el crimen organizado, así como aplicar medidas y programas para salvaguardar el medio ambiente.

El documento que recoge los acuerdos de tan provechosa reunión constituye también un sólido mensaje a la Comunidad del Caribe (Caricom), Organización de Estados Americanos (OEA), Naciones Unidas (ONU), Unión Europea y a toda la comunidad internacional, de que Haití y República Dominicana pueden resolver sus diferendos sin mayores atisbos intervencionistas.

Se resalta el diligente desempeño de los comisionados nacionales que ante la delegación haitiana y representantes de organismos internacionales que fungieron como testigos, mantuvieron en firme irrenunciables postulados sobre soberanía y autodeterminación, al tiempo que ofrecieron saludables cuotas de comprensión en torno a legítimas preocupaciones de Haití.

De un primer encuentro del diálogo domínico-haitiano, del que muchos dentro y fuera de la isla presagiaban tormentas y truenos, concluyó con más laureles que espinas, aunque el éxito de esa y otras reuniones dependerá del fiel cumplimiento de los compromisos y de la voluntad política de ambos Estados de surcar el camino del entendimiento.

El Nacional

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