Editorial

Ley ni orden

Ley ni orden

Sin importar quiénes iniciaron o provocaron los violentos incidentes de ayer frente al Congreso Nacional, por la magnitud de esos sucesos y porque la Policía no produjo ninguna detención se llega a la penosa conclusión de que aquí no hay voluntad ni valor para imponer ley y orden.
Miembros del Sindicato de Trabajadores de Falconbridge y seguidores del diputado Juan Hubieres y del padre Rogelio Cruz protagonizaron un enfrentamiento a tiros, pedradas y puñetazos, con saldo de un herido de bala y dos por impacto de piedras.

Ambos grupos coincidieron en el lugar, uno a favor de que el Senado apruebe la ley que decretaría a Loma Miranda como parque nacional y el otro para reclamar que se autorice la explotación minera de ese promontorio, pero en vez de ejercer democracia y tolerancia, en lo que se incurrió fue en violencia y desorden.

El diputado Hubieres alegó que sus huestes llegaron primero a la explanada del Primer Poder del Estado, por lo que la presencia posterior de trabajadores de Falconbridge se interpretó como una provocación, como si manifestaciones pacíficas adquieren derecho de exclusividad o de exclusión para otras.

Un contingente policial tuvo que intervenir para evitar que legisladores, empleados y visitantes a la sede congresual y otras dependencias del Centro de los Héroes quedaran atrapados en el fuego cruzado, muertos o heridos por algún impacto de bala o de piedra. Después de esos vergonzosos incidentes, Hubieres, el padre Rogelio y otros jefes de esas improvisadas tribus ofrecieron sus versiones ante la prensa como si lo ocurrido pudiese ser comparado con alguna olimpiada deportiva o si alguien le confirió autoridad para convertir los frentes del Congreso en un coliseo romano.

El derecho propio termina donde comienza el ajeno y la democracia manda igualdad de oportunidad y garantía para cualquier individuo o colectividad que desee reclamar reivindicación social, económica o política, siempre por vía pacífica, ordenada y con arreglo a la ley.
Lo penoso e indignante de todo lo acontecido es que Policía ni Ministerio Publico han apresado o reclamado investigar a quienes instigaron u ordenaron los desórdenes de ayer frente al Congreso de la República, lo que valida el criterio generalizado de que aquí no hay ley ni orden.

Sudelka Garcia

Periodista de El Nacional Digital