El periodista en su día
Las celebraciones y conmemoraciones guardan en sus láminas epopeyas, aventuras duchadas de heroicidades, odiseas y leyendas preponderantes, que se amalgaman cual efemérides tradicionales, como las sagas de los periodistas. El 5 de abril se solemniza como el Día Nacional del Periodismo. ¿Cuál es la evocación?.
El 5 de abril fue consagrado como el Día del Periodismo Nacional, mediante la Ley número 5807, promulgada el 30 de enero de 1962 por el Consejo de Estado, encabezado por Rafael F. Bonnelly, presidente de la República y del Consejo, e integrado por Eduardo Read Barrera y Nicolás Pichardo, primer y segundo vicepresidentes, y Luis Amiama Tió, Donald J. Reid Cabral, monseñor Eliseo Pérez Sánchez y Antonio Imbert Barrera, miembros.
Justificante: el jueves 5 de abril de 1821 circuló “El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo”, dirigido por el doctor Antonio María Pineda, catedrático de medicina de la Universidad de Santo Tomás de Aquino (hoy UASD), en el contexto de la Independencia Efímera, proclamada el 1 de diciembre del citado año. La última edición del semanario fue el 26 de julio.
Abril se engrandece como el mes de la comunicación: el 5 se celebra el Día del periodista dominicano, el 16 el Día mundial de la voz, el 18 el Día nacional del locutor, el 21 el Día de la creatividad e Innovación y el 23 el Día mundial del libro y del derecho de autor.
(El Día Internacional del Periodista se conmemora el 8 de septiembre, en homenaje al periodista y escritor checoslovaco Jilius Fucik, quien fue torturado y decapitado en la prisión de Pankrác, en Praga, por sus escritos en favor del comunismo y en contra del fascismo. En cada país se rememora el Día nacional del periodista).
En el siglo XXI, la panorámica ha registrado una progresión trascendental, propulsado por los novedosos productos informativos en la red y las narrativas hipertextuales. Y chimenea una nueva incertidumbre, expresada en el cierre periódicos/revistas, la reducción de pautas publicitarias, páginas, formatos o tamaños y planillas; la degradación de la calidad informativa y las lectorías/audiencias, agudizadas por la Covid-19.
Marginalizando los agentes que constriñen, el periodismo, columna irreemplazable de la democracia y suscitador del humanismo, levantó alas en la primitiva época del papel con fibra de cáñamo y el dictáfono (dispositivo de grabación), en el siglo XXI rompe paradigmas, por la navegación sin parangón, en plena constelación digital.
Sigue con validez, aunque muy menguada, la prensa convencional, y barcazan en el apogeo los productos multimediáticos y los ciberperiodistas. Y se afianzan los requerimientos por el derecho a la comunicación, la seguridad corporal y social de los periodistas, contra la impunidad y por un ejercicio decoroso en el crisol de la ética y de crecida categoría, coadyuvante del bienestar colectivo.