Funcionarios fantoches
Papurrucho brincó en un solo pie y dio la vuelta a la redonda cuando supo que había sido designado en un alto puesto gubernamental: Rrruuunnnggg: no tardó en que se le salieran las babitas de la alegría contagiosa. Actuó como un verdadero fantoche.
En todas las épocas, a los presidentes de la República les han reclamado que
se quite de su lado a esos “impertinentes”, que violan sus disposiciones de austeridad y deterioran la imagen del gobierno. Describimos su caracterología:
1.- Entró a la institución con aire de un faraón egipcio. Tenía el pecho como Goliat y una escopeta llena de cartuchos.
2.- Inmediatamente cambió de teléfono móvil: obtuvo uno más light, con otro número.
3.- Al otro día se mudó del sector donde había vivido por muchísimos años, porque éste ya expulsaba un olor a perro.
4.- Comenzó a usar unos lentes oscuros, trajes de afamadas marcas, y a un costoso especialista en cirugía estética le pidió que le rebajara diez años de encina, porque ostentaba un elevado estatus.
5.- Se rodeó de diez guardaespaldas: corpulentos, de muy buena vista, con estirpe de vaqueros y experimentados en dar codazos.
6.- Compró otros dos celulares y dos pistolas de última generación, con ceniceros adjuntos, que se colocaba a la cintura.
7.- Asumió un nuevo estilo: cogió un mejor cuadre y hablaba más fino, como si trabajara para la Casa Blanca de Washington o el Kremlin de Moscú.
8.- Empezó a visitar restaurantes de lujos, en los que requería que lo sentaran en butacas de caoba centenaria, y que fuera servido por camareros no calvos y sin verrugas.
9.- Bebía wisky, coñá y vino de la mejor cosecha del mundo, y en cada trago aventaba el buche.
10.- El incumbente remodeló y amplió su despacho: la adornó con un cortinaje relumbrante y despampanante, y nombró a cinco secretarias, con tez blanca, relamidas y caras bonachonas.
11.- Viajaba a lugares exóticos del país y el extranjero, en camisas mangas cortas y con sonrisas de alivio. En sus veraneos pedía que le enseñaran a caminar sobre las aguas y le llevaran de compras para traer regalos caros.
12.- Aporreó a sus viejos amigos, y hasta a su barbero, y sólo se ligó a expertos, especialmente de ciencias criminalísticas.
13.- Conquistó a una amante, que manejaba su automóvil suntuoso, como una santa, con una mano y las piernas entrecruzadas.
14.- Pronto abandonó a su antigua y fiel esposa, porque se le parecía a una trabajadora forense.
15.- Las normas y las leyes las veía sin sentido, y a las personas como mimes. ¡Hey! ¡Hic!. Y con una sonrisa de oreja a oreja preguntaba (¡Hey! ¡Hic!) si todavía aparecen pobres y se oyen los g