Articulistas Opinión

Libre pensar

Libre pensar

Oscar López Reyes

Truculencia de EE.UU.

Irrita las más sensibles fibras patrióticas contemplar cómo embajadores y encargados de negocios de Estados Unidos vejan la dignidad de los dominicanos, preciándose dioses del olimpo y de la perfección. Cuando se extingan físicamente, media humanidad anhelará que sean enterrados con las manos y los cabellos hacia afuera de las tumbas.

¿Para qué….?
Paralelo a que ya no laya como un paradigma, ni está investido de calidad moral para dictar recetas -como sociedad grieta como un puro desastre-, Estados Unidos indigesta y ha desencadenado el encono nacional. Por primera vez en las últimas décadas, en el arca de su falaz comunicado de “alerta” sobre la migración, las más heterogéneas esferas, incluidos ultraconservadores y grupos de poder económico, han soliviantado el orgullo nacionalista en defensa de la soberanía y el derecho a la autodeterminación.

En su injerencismo chantajista, el Tío Sam y sus satélites presionan para que aceptemos campamentos de refugiados haitianos -millones de ellos se mudarían a este lado de la línea divisoria, con todos los derechos del mundo-, y detengamos las repatriaciones de ilegales, cuando -en lo que va de año- ha expulsado a más de 21 mil haitianos, incluidos a niños no acompañados, y mujeres.

El presidente Abinader ha asumido una postura consistente y con decoro, y tenemos que respaldarlo para que tome nuevos aires e impulsos ante la áspera y provocadora ofensiva de superpoderes monocráticos para no ejerza su autogobierno. Estamos conscientes de que -si cede- fomentará nuevas invasiones y la disolución de la identidad nacional, porque dentro de poco no podremos diferenciar entre un dominicano y un haitiano.

Estados Unidos no puede seguir siendo un paradigma, porque en materia de cultura, chocha como un desastre, y basta señalar las drogas, ya que es el mayor consumidor de drogas; en infraestructura ha revelado que la mayoría de sus puentes pueden derrumbarse, y resalta su mal manejo hipotecario y financiero.

Este imperio, que desde 1775 ha intervenido militarmente a más de 100 países, ya no gana guerras. Fracasa en su política exterior y con sus organismos de inteligencia, incrementa su deuda externa, el racismo, la corrupción, las matanzas masivas por enajenados y resentidos, el caos escolar, las enfermedades de transmisión sexual y ha sacado la peor nota en el manejo de la Covid-19, afectando a naciones empobrecidas.

Los de ojos azules que, envanecidos en su dominio económico y mellados por el descalabro de su sociedad, acelerado por los chascos de sus últimos jefes de Estado Bill Clinton, George W. Busch, Barack Obama y Donald Trump, estrechan el control de su frontera, pero coaccionan al gobierno dominicano para que abra la suya, para así librarse de lo que definiría como “malum folium” (mala hoja o rebollo). ¡Qué bien! ¡Abusadores!