Uso apropiado de mayúscula
La alta autoridad se molestaba cuando escribían presidente con la “p” pequeña, y se tornaba irrazonable. No lo concebía, porque “¡el presidente es el presidente!”, “todos estamos por debajo de él”, y “no podemos empequeñecerlo”. Lo mismo se diría -confundiendo la jerarquía del poder con el idioma- del papa, el rey, el príncipe, el ministro o el director general, pero resulta que los citados son “sustantivos comunes” y las normas del español señalan que se escriben con inicial en minúscula.
Los nombres propios, como Ernesto, Dámaso, Román, César Augusto y José Amador se estampan con la letra inicial en mayúscula -que diferencia el nombre propio del común-, y los nombres comunes, como majestad, duque, obispo o monseñor, juez, embajador, patria, bandera y nación, se colocan en minúscula en la primera letra.
“Ninguna de las mayúsculas de relevancia comentadas”, anota la Real Academia Española, “está justificada desde el punto de vista lingüístico, ya que recaen sobre nombres apelativos o comunes, con independencia de la valoración social o personal asociada a sus referentes”.
El uso excesivo de la mayúscula – también conocida como caja alta y como grafía capital- plaga no sólo a los correos electrónicos, los textos móviles y las redes sociales, sino también a cartas, oficios, contratos, certificados, edictos, mensajes litúrgicos, actas de nacimiento, sentencias judiciales y hasta leyes y la Constitución. ¡Grave, muy grave!
Procurando los hispanohablantes supravalorar el sintagma presidente y resaltar nombres y conceptos, la cuasi generalización de la mayúscula se ha vuelto habitual, en otro atropello a la lengua materna.
Olvidan, o desconocen que, más que en la tipografía o el tamaño de las palabras, el ojo se embelesa en la claridad del enunciado.
A diario leemos los signos gráficos en “bastardilla/cursiva/itálica”, “molde”, “doble”, “negrita/negrilla”, “redonda/redondilla y “versalita”, con los cuales se plasman el “pensamiento” y la “producción” (2), y que no ceden el más mínimo espacio a la minusculización.
Mencionemos cinco frases -extraídas de consuetudinarias divulgaciones- con estos significados léxicos:
I.- Uso inapropiado. El Señor Director General, La Máxima Autoridad Ejecutiva De Nuestra Institución, Tiene Una Actitud Positiva.
Este enunciado está conformado por tres artículos (El, La y Una), seis sustantivos comunes: señor, director general, autoridad, ejecutiva, institución y actitud; una preposición: De; un verbo: tiene; dos adjetivos: positiva y máxima, y un pronombre posesivo: nuestra. Apenas la letra E del artículo El se calca en cuerpo mayor o mayúscula. Las otras 14 palabras puntean con iniciales minúsculas.
Las minúsculas son la generalización, en vista de que abarcan los sustantivos comunes, los verbos, adverbios, adjetivos, preposiciones, artículos, pronombres y proposiciones. Las minúsculas se disponen de acuerdo con la antecedencia y enlaces gramaticales citados, la semántica y otras variables, como los contextos y las circunstancias expresivas.