Desde siempre, República Dominicana se caracteriza por ser una nación con altísima vocación a lo inverosímil o irracional, especialmente en lo que se refiere a la planificación de su desarrollo económico y de organización social, que generalmente se ata a la improvisación, conveniencia o caprichos de gobernantes y élites.
Se construyen obras viales con trazados por lugares inapropiados o que encarecen el costo de la obra, con el único propósito de beneficiar a propietarios de terrenos o perjudicar a otros, así como escuelas, hospitales, universidades, centros comunales y otras obras públicas, sin ningún estudio previo, solo con el objetivo de complacer pedidos o exigencias de tipo político.
El ministro de Energía y Minas, Pelegrín Castillo, ha señalado el mejor ejemplo de tan dilatada costumbre hacia esa carencia de programación o planificación, al advertir que de forma irracional y peligrosa, el país concentra sus infraestructuras energéticas en la línea de su costa sur, entre San Pedro de Macorís y la Bahía de Ocoa.
Hace más de 30 años que expertos en la materia recomendaron lugares estratégicos hacia la zona norte y noroeste para instalar puertos de recepción y almacenaje de combustibles y plantas de generación eléctrica, pero, por razones de influencia o conveniencia se optó por concentrar esas infraestructuras en el litoral sur, en el mismo trayecto de ciclones y huracanes.
El licenciado Castillo ha advertido también que el país “acusa una seria vulnerabilidad energética” porque sólo cuenta con una semana de reservas de combustible líquido, 12 días de gas licuado de petróleo y 21 días de gas natural, lo que no alcanzaría para satisfacer la demanda nacional de derivados de petróleo en caso de una situación de emergencia.
Otro aspecto preocupante revelado por el funcionario se refiere a que de los 140 mil barriles de petróleo que consume la economía dominicana, 80% son derivados, mientras que la Refinería de Petróleo apenas puede procesar unos 28 mil barriles diariamente, lo que indica que más de 30 años después de instalada, esa refinería no ha incrementado su capacidad de refinamiento.
Puede decirse que en términos de importación, almacenamiento, procesamiento y consumo de combustibles, República Dominicana ha estado dando vueltas en círculo por más de tres décadas, sin obtemperar la más mínima visión de planificación, razón por la cual hoy se padece de una seria vulnerabilidad energética.
Lo mejor sería rogar para que ningún ciclón de categoría mayor cruce por San Pedro de Macorís, San Cristóbal, Peravia ni Azua, donde por improvisación o carencia de planificación se concentra casi toda la infraestructura energética pública y privada. Ojalá algún día se conjure la política de lo comido por lo servido.