Opinión

Lo comido por lo servido

Lo comido por lo servido

La sociedad dominicana parece acostumbrarse a vivir de lo comido por lo servido; a afrontar los problemas de cada día, en vez de prevenirlos; a improvisar, en lugar de planificar, como si la marcha de la nación debería detenerse en cada recodo coyuntural o retrasar su caminar para aguardar por los rezagados.

Aunque a la suerte se la define como una categoría histórica con la que individualidades y conglomerados deben contar en todas las iniciativas, no es aconsejable asignarle toda la carga, porque escrito está que la eventualidad no tiene amigos ni debe favores.

Gobierno, clase política, sector productivo y hasta las academias parecen confundir la línea recta, distancia más corta entre dos puntos, con la figura del círculo, cuyo trazo obliga a retornar de manera infinita al punto de origen.

República Dominicana acusa un atraso de al menos 50 años en áreas vitales de la economía y desarrollo humano, pero lo peor es que la sociedad parece acostumbrarse a navegar en redondel o a cobijarse en la endeble esperanza de que mañana será otro día.

Desde 1970, cuando el sudeste asiático arrancó con la política de promoción de exportaciones, de transferencia tecnológica e impulso a la educación, aquí se mantuvo el modelo de sustitución de importaciones, porque se creía que con azúcar, café, cacao y tabaco era más que suficiente.

Casi medio siglo después y a mucho bregar, el Gobierno acogió la ley del 4% a la educación, y declaró 2018 como año de la promoción de exportaciones, sin que se despeje el horizonte que permita que la oferta exportable nacional esté revestida de competitividad, incentivos y fomento de mercados.

Los principales ejes del crecimiento de la economía dominicana (turismo, remesas e inversiones) pueden colapsar de un día para otro, como sucedió en 2008, cuando se desató la crisis inmobiliaria en Estados Unidos, convertida en crisis financiera mundial, por lo que la marcha hacia el desarrollo debería ser a pasos más firmes y acelerados.

Deuda pública, déficit comercial y fiscal, pactos eléctrico y fiscal, sanidad de la justicia, lucha contra la corrupción, déficit de vivienda, generación de empleo, garantía de seguridad ciudadana, regulación del tránsito, son algunos de los retos que se deben afrontar cuanto antes, para lo cual se requiere romper las amarras de lo comido por lo servido.

El Nacional

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