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Loor a las Mirabal

Loor a las Mirabal

Hugo A. Ysalguez

Recientemente, una comunicadora de la generación Alokoke, lanzó palabras ultrajantes al honor que llevan consigo las hermanas Mirabal, reconocidas como mártires en escenarios mundiales, por sus aportes a la democracia dominicana, con su lucha contra la dictadura sangrienta del tirano Trujillo, sacrificando sus vidas en favor de la democracia, y hoy están en la cúspide de las mujeres que desafiaban el terror y el reinado del crimen, recibiendo como recompensa histórica la colocación de sus nombres en los altares, donde se les rinde tributos a aquellos dignos de ser exaltados como inmortales de la Patria.

Y sobre Minerva, Patria y María Teresa, el poeta Tony Raful, Premio Nacional de Literatura, nos envía un breve texto que se inicia así:

Desafiaron Como una casta iluminada de sueños patrióticos, cielos abiertos de libertad y justicia social, fueron las heroínas que visualizaron la Patria dominicana, libre de tiranos, esbirros y testaferros de las injusticias sociales y políticas y Patria, Minerva y María Teresa, están en lo más hondo y sensible del alma nacional. Memoria del dolor inenarrable fueron al sacrificio ofrendando sus valiosas vidas en aras de un ideal de redención. Con ideas democráticas y progresistas, con estampa de mujeres superiores, intraducible para los ingratos y adefesios, estas mujeres de la Patria se sembraron para siempre en la herencia de lo mejor de la República que amaron.

Hoy, todos somos sus hijos y sus compañeros, hoy, todos nos inclinamos ante la dignidad con la cual combatieron al tirano, cruel y rastrero, que vilipendió la familia dominicana y llenó de fango los valores nacionales.

Mujeres de estirpe superior, digna hijas quisqueyanas, de profunda vocación democrática, desafiaron al monstruo y cayeron como columnas inmarcesibles de amor y combate por la libertad.

Su ejemplo nos guía como estrellas radiantes, venciendo la muerte física, trascendiendo la historia, guiando el camino de la emancipación y la democracia de nuestro pueblo, tras la bandera nacional. No se escribe la historia nacional sin sus nombres, sin la era florecida de su sacrificio, sin la enseña verde y negra de su martirio. Para hablar de Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, hay que lavarse la boca con agua bendita en el altar de la Patria agradecida.

Solamente la lesa ignorancia puede desconocer registro riguroso de la historia o lanzar piedras contra una memoria augusta y perenne.

No es vivir por vivir, es vivir con elocuente sentido de gratitud, es ser compromisario de ideales nobles, es indagar en las fuentes de la narrativa social y humana de nuestro pueblo, es saber que los ideales que hicieron posible la gesta de las repatriaciones armadas del 14 y 20 de junio de 1959, fueron suscritas a través de un Programa Mínimo de reivindicaciones sociales democráticas que establecieron el respeto al ordenamiento legal democrático que el tirano negaba, y que ese Programa Mínimo que trajeron los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo, lo recogieron los jóvenes del Movimiento Clandestino 14 de Junio, a cuya cabeza estaban las Hermanas Mirabal junto al inolvidable Manolo Tavarez Justo.