La Batalla del 19 de Marzo de 1844, escenificada en Azua, se consagra como el primer gran episodio bélico, cuyo desenlace ayudó a consolidar la Independencia Nacional proclamada el 27 de febrero ante la Puerta de la Misericordia, una gran victoria alcanzada por un improvisado ejército de hateros y monteros que enfrentó a un regimiento de diez mil soldados haitianos, que formaban parte de las 30 mil tropas con las que el presidente Charles Herard intentó aplastar al movimiento independentista.
A los generales Pedro Santana y Antonio Duvergé les corresponde la gloria de aplicar oportunas y efectivas tácticas de guerra que permitieron que unos dos mil 500 hombres, con el arrojo, valor y fervor patriótico como sus principales armas, derrotaran a un experimentado ejército dirigido por el general Agustin Souffront.
Once días después, la gloria se repetiría en Santiago con el revés inferido a otras diez mil tropas que conformaban el frente norte de la invasión haitiana, contundente señal de que en el plano militar el proyecto independentista sentó tan profundas raíces como en el ámbito político y social.
Al general Pedro Santana le corresponde la gloria de dirigir a las huestes dominicanas en tan trascendente batalla, aunque es preciso destacar la participación del general Antonio Duvergé y de los oficiales Lucas Díaz, Vicente Noble y Francisco Soñé, entre otros que junto a la valiente soldadesca lograron contener el avance de las tropas haitianas e impedir el propósito del general Herard, de unificar sobre el territorio nacional las tres columnas invasoras.
Buenos y verdaderos dominicanos aportaron sangre, sudor y lágrimas a la sublime empresa duartiana de fundar, proclamar y consolidar una nación libre e independiente, un proyecto que para cumplirse debía primero decretar la separación política y territorial del Estado haitiano, al que fue anexado en 1822.
Un ejercicio imaginario de lo acontecido hace hoy 170 años, ayuda a comprender la magnitud y el relieve histórico de la Batalla de Azua, donde un ejército conformado en menos de tres semanas, de gente la mayoría sin entrenamiento militar, enfrentó a otro con más de medio siglo de formado y que ostentaba el galardón histórico de pelear y vencer a las tropas francesas de Napoleón.
Presentes y futuras generaciones están compelidas a honrar, reconocer, rendir cálido tributo de respeto y recordación a los protagonistas de la gesta bélica de Azua, sin la cual no fuera posible concretizar el anhelo de Independencia y soberanía que anidó siempre en Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios.
Al conmemorar hoy el 170 aniversario de la Batalla de Azua, el renovado compromiso colectivo ha de ser el de que cada buen dominicano se funda de celoso guardián de la integridad del gentilicio nacional, de la democracia, la libertad y del régimen de derecho y justicia social. ¡Viva la República Dominicana!
 
                                     
            
            
            
            
            
 
                                
                                
                                
                                
                                