La tragedia que ha significado el suicidio de un contratista que se confesó estafado por funcionarios de la Oficina de Supervisores de Obras del Estado (OISOE) ha provocado rasgaduras de vestiduras en autoridades e instituciones de la sociedad civil que aconsejan uso y consumo de diversas pócimas para combatir la corrupción.
El director de OISOE, Francisco Pagán, ha hecho un llamado a denunciar “cualquier caso de extorsión” en esa entidad, en uno de cuyos baños el arquitecto David Rodríguez García se disparó a la cabeza, tras dejar una nota en la que culpa a empleados de provocar su fatal decisión.
Lo que se ha dicho es que el engaño o la extorsión que habría sufrido el arquitecto Rodríguez García, sería un flagelo generalizado que padece la mayoría de los contratistas de obras del Estado, obligados a someterse a formas de extorsión o de usura.
El presidente del Colegio de Ingenieros y Arquitectos (Codia), Francisco Mosquea, reveló que advirtió al ministro de Educación sobre “la situación de desesperación y de calvario” que sufren muchos de los afiliados a ese gremio que ganaron sorteos de escuelas, debido a retrasos en los pagos, aunque no refiere si esa anomalía estaría vinculada con malas prácticas administrativas.
Al anunciar que el Ministerio Público solicitará prisión contra los imputados de estafar al arquitecto Rodríguez García, el procurador general ha reiterado que pagarán las consecuencias los funcionarios públicos que violenten normas de transparencia.
Los directores de Participación Ciudadana, Rosalía Sosa; de Institucionalidad y Justicia, Servio Tulio Castaños y de la Asociación de Jóvenes Empresarios, Viviana Ribeiro, también reclaman por separado que se investigue lo que definen como mafias que operan en instituciones vinculadas con la adjudicación y supervisión de obras.
En medio de la indignación que ha causado el suicidio de ese joven profesional, que ganó por sorteo los trabajos de reparación de una escuela en Peralvillo, Monte Plata, se ha pedido hasta la eliminación de la OISOE, institución a la que culpan de todos los males.
Sin menoscabo de tales reclamos, debería decirse que esa tragedia puso al desnudo la ineficacia de los sistemas de controles administrativos, transparencia o prevención de corrupción que operan en las diversas instituciones del Estado. La herida hoy supuró en OISOE. Mañana sería en cualquier otra dependencia. Los candados no sirven.