Sacar a millones de dominicanos de la pobreza extrema, no se puede hacer fuera de cambios sociales mínimos que son necesarias en un sociedad de desigualdades.
La ayuda social puede mejorar las condiciones de vida de los irredentos, pero es imposible que se detenga la exclusión, sin hacer cambios estructurales y en la forma de vida, de modo colectivo y no individual.
Ahora mismo no existe sobre la mesa la posibilidad de cambios sociales, ni siquiera de lograr un capitalismo de carqa féliz, donde la mayoría encuentre su diario sustento.
Hoy los avances dentro de la sociedad se dan de forma individual, sea por el estudio, la política o los deportes. Mejora su estatus un privilegiado, mientras que se mantiene el colectivo esperando la ayuda social.
Aunque difícil, se pueden lograr cambios sin modificar el sistema. Pero para eso la principal responsabilidad está en el empresariado, en los inversionistas, en los que mueven las palancas del poder de modo encubierto.
Tiene que darse la mancomunión de entente social entre el gobierno y los empresarios para mejorar la vida de la población. El capitalismo con rostro humano es difícil de conseguir, cuando hay apetencias desbordadas.
Lo primero es crear una masiva plataforma de pleno empleo. Atajar el creciente desempleo. Abrir puertas a nuevas oportunidades que beneficien desde el echa días hasta el profesional que busca su primer empleo.
Más que al gobierno, una política de pleno empleo debe de estar sustentada por el sector privado, contando con la supervisión de los gobernantes. Para acabar con la pobreza extrema, hay que privilegiar la educación, en todos sus niveles.
Hay que acabar con el analfabetismo, que es una de las grandes lacras sociales, que mantiene en la ignorancia a capas sensibles de la población. Se han hecho muchas jornadas de enseñar a leer y escribir a los adultos, pero se quedan a medio camino.
Es obligación del Estado garantizar la educación en las escuelas públicas para los niños y adolescentes, pero también para los adultos que viven en la ignorancia total. Un analfabeto sencillamente se le hace difícil, por no decir imposible, mejorar en el mundo de hoy.
Dentro de las acciones para acabar con los rasgos amargos de la miseria extrema está manejar los subsidios, para que servicios y productos alimenticios lleguen a precios asequibles.
Por: Manuel Hernández Villeta