Editorial

Los héroes

Los héroes

Cerca de 300 mil pasajeros, la mayoría dominicanos que residen en el exterior, ingresarán este mes por el aeropuerto Las Américas y otra cantidad significativa arribará por las terminales de Santiago y Puerto Plata, para reencontrarse con los suyos durante la temporada navideña.

Esos compatriotas vienen con maletas repletas de alegría, nostalgia, esperanza y solidaridad que comparten con familiares y amigos, como si llegaran al mismo paraíso.

Las navidades dominicanas no serían las mismas sin esa masa de seres humanos que regresan para vacaciones de fin de año, como forma de oxigenar un exilio económico que por duro y largo no le impide soñar cada día con el retorno definitivo.

Los dominicanos ausentes son héroes anónimos que para esta época del año se diseminan como abejas que tras dura faena retornan al panal por el breve tiempo de un par de semanas que intentan disfrutar a toda intensidad cobijados en el amor que dispensan y reciben de su gente.

Vienen desde Estados Unidos, Puerto Rico, España, Italia, Holanda, Suiza, Alemania, islas del Caribe y de todas partes, como si cumplieran con algún mandato divino de retornar al menos una vez al año a la patria suya y de sus padres.

Quienes viven en tierra insular deberían saber que sus compatriotas residentes en el exterior aportan más de cuatro mil millones de dólares al año, equivalente a más del cinco por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), sin los cuales la economía dominicana se iría por el despeñadero.

Los migrantes dominicanos son únicos porque trabajan de sol a sol para obtener el sustento de la familia, ahorrar para procurarle un techo, financiar los estudios de sus hijos y para que no le falte el dinero requerido para que sus padres disfruten de una vejez digna.

Es por eso que la patria de Duarte recibe en estos días a sus hijos queridos que residen en el exterior con el lienzo tricolor ondeante, con merengue y bachata y, sobre todo, con inacabable caudal de gratitud por llevar siempre en sus corazones con orgullo y pasión su dominicanidad. ¡Bienvenidos a su casa grande!

El Nacional

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