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Los papas de nuestra era

Los papas de nuestra era

Orlando Jorge Villegas

El pasado lunes recibimos la triste noticia del fallecimiento del papa Francisco, primer latinoamericano en sentarse en el Trono de San Pedro. La historia juzgará el pontificado de Francisco, quien marcó distancia de su antecesor, Benedicto XVI, en la forma y el fondo de la dirección de la Santa Iglesia Católica.

La historia del Papado es fascinante. Como cada papa matizó su época y encaminó los billones de feligreses del catolicismo, nos pone en perspectiva del reto que se avecina para los cardenales cuando se convoque el conclave que deberá elegir el sucesor de Francisco.

Luego del Concilio Vaticano II, dos alas ideológicas se formaron en la élite eclesiástica, evidentemente traduciéndose hacia los demás escalones de la religión católica: progresistas y conservadores. Cada sector ha tenido sus defensores y sus detractores.

Dentro de ese contexto, podemos analizar los tres últimos pontificados: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

La llegada del entonces cardenal polaco Karol Wojtyla al papado, representó no solamente un relevo generacional en el Vaticano, sino que también representó un alivio político a los países que estaban sometidos al comunismo de la Unión Soviética, como era su natal Polonia. Si analizamos la forma y el fondo de Juan Pablo II desde la óptica de la polarización de estos días, podemos considerarlo como un moderado. Fue un defensor de la doctrina de la Iglesia Católica, pero mostraba un estilo cercano, más humano y carismático, del Vicario de Cristo en la tierra.

El cardenal Joseph Ratzinger era uno de los hombres fuertes del Vaticano durante los últimos años del Papa Juan Pablo II. Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, era el hombre indicado para mantener a la Iglesia Católica, una institución milenaria, dentro de sus dogmas, consagrados en el Catecismo y otros documentos eclesiásticos. Al convertirse en el Papa Benedicto XVI, le tocaría enfrentar un mundo de creciente relativismo y declive moral. Nadie mejor que el para ser una columna contra esas afrentas, que amenazaban a la familia, la educación, las costumbres y tradiciones.

Con la llegada del cardenal Jorge Mario Bergoglio al Papado, el mundo celebraba la llegada de un latinoamericano a lo más alto de la Iglesia Católica. Al elegir su nombre, Francisco, enviaba un mensaje de que gestión tendría la humildad, el desapego y la sencillez como esencias, en la forma.

En el fondo, las expectativas surgían, y muchas de sus declaraciones resultaron controversiales. Pero como dije al inicio, respetando el luto de estos días, esperemos que la historia juzgue su paso por la Santa Sede.

Por: Orlando Jorge Villegas

ojorge@jvmediagroup.com

El Nacional

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