El pasado viernes 9 de marzo, en San Pedro, comunidad de El Seibo, Lourdia Jean Pierre, una joven madre haitiana de 32 años, residente en el país desde hace aproximadamente tres años, con dos de sus hijos, incluyendo este bebé, nacidos aquí, falleció luego de dar a luz en el piso de su humilde casa por miedo a ir al Hospital y ser deportada.
Había llevado todos los controles prenatales, sin embargo, al iniciarse las deportaciones masivas desde los hospitales en abril pasado, desistió de volver con miedo a ser deportada.
Como epílogo del hecho, el papá y el bebé fueron llevados por el 911 y allí, arrestados por Migración que deportó a ambos inmediatamente, mientras el cuerpo sin vida de Lourdia Jean Pierre fue abandonado en el piso donde murió y como quedó, hasta que un vecino se atrevió a forzar la entrada y filmar un video estremecedor que circula en las redes reportando la desgracia.
¿Cómo hemos llegado hasta semejante crueldad admitida, ejecutada y promocionada desde el propio Estado dominicano?.
Ninguna política migratoria puede justificar tanta barbarie humanitaria que mantiene la persecución feroz y racista contra las personas haitianas, puestas aquí y así, en la misma realidad en que viven en su país con el feroz ataque de las bandas cuyo peligro despiadado tanto se denuncia para pedir la solidaridad internacional con Haití.
Esto no sucede con personas indocumentadas de otras nacionalidades: aquí hay, desde personas estadounidenses, canadienses, hasta centro y suramericanas sin documentos al día, que no malpasan como se hace sufrir a quienes vienen de Haití en esas condiciones sin ofrecerles otras alternativas que el miedo y el maltrato.
Y, además, de negar tanta diferencia de trato y aludir a los DDHH, nos preciamos de ser un país con valores cristianos, teniendo la misma Biblia -con tantas referencias al buen trato debido a las personas extranjeras- y símbolos de fe estampados en el escudo nacional. Pero violamos esas “leyes divinas” con el mayor desparpajo oficial, permitiendo a militancias y grupos de odio racial y reduccionista que promuevan y faciliten procesos de dolor, amenazas, despojos delincuenciales y hasta muerte.
Mientras, hay una verdadera cacería de persecución y detenciones arbitrarias que afectan a personas negras dominicanas también, violación de todos sus derechos, muchísima humillación y despojo humano con quienes son de raza negra, pobres, mujeres embarazadas, niños y niñas arrancados de sus madres y huérfanos y haitianas.
¿Qué se está pensando? Iglesias, gobierno, partidos políticos, pueblo entero, ¿no vamos a reaccionar?