Un sector de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) ha convocado a una jornada de paralización de docencia en las escuelas públicas en reclamo de un aumento salarial para 2015 mayor al 12 por ciento anunciado por el Ministerio de Educación.
Es esa una idea descabellada que atenta contra el Pacto por la Educación y retrotrae la lucha magisterial a tiempos que se creían superados, en que se condenaba a la ignorancia a estudiantes de planteles estatales.
La ADP exige un incremento salarial de un 60 por ciento, mientras que el ministro de Educación, Carlos Amarante Baret, afirma que las autoridades han aplicado en dos años un incremento de sueldo equivalente a un 46%, lo que indica que el reclamo sería por un 14% faltante.
El maestro es pieza imprescindible en el anhelo colectivo de garantizar un sistema de educación pública basado en la calidad de la enseñanza, por lo que el educador no puede alejarse de las aulas ni por un instante.
¿De qué serviría el sacrificio que entraña el cumplimiento de la ley que fija el 4% del PIB para la educación, si el sector magisterial no supera la malsana práctica de paralizar docencia por semanas y meses?
No se niega derecho a la ADP de reclamar mejores condiciones laborales para sus afiliados. Lo que se objeta es que esa exigencia se encamine sobre la base de privar a los alumnos del pan de la enseñanza.
En vez de huelgas y paros, gremios de profesores y autoridades de Ed ucación deberían promover diálogo productivo que incluya compromiso de mejorar los niveles de capacitación del cuerpo docente y de cumplir estrictamente con el calendario escolar.
Alguien tiene que decirle al grupo magisterial de la ADP que anuncia cierre de docencia, que esa es una mala idea, asociada al atraso, a la irresponsabilidad profesional, además de constituir una violación al Pacto Educativo, de la que ese gremio es firmante y garante.