El presidente Luis Abinader rechazó ayer el señalamiento del gobierno haitiano que atribuye en gran parte la violencia que abate a esa nación al tráfico de armas y drogas procedentes de Estados Unidos, República Dominicana y Colombia, y también reiteró que Haití representa un problema para la región.
Al exponer en un simposio sobre la crisis haitiana, auspiciado por la Organización de Estados Americanos (OEA), el ministro de Defensa de Haití, Jean Michel Moïse, sostuvo que su país no representa peligro para el entorno regional, pero dijo que la nación está inundada de armamento pesado introducido por redes criminales transnacionales.
Como era de esperarse el mandatario dominicano rechazó el reclamo haitiano de cambiar la narrativa sobre el impacto negativo que tendría la crisis haitiana en la región, ante lo cual se preguntó: «¿No representa un peligro en la región y ellos están haciendo oficinas allá en Cabo Haitiano por si acaso tienen alguna dificultad?».
Haití se ha convertido en un almacén del narcotráfico y mantiene un activo comercio de armas y municiones, lo que representa un motivo de preocupación para sus vecinos, por lo que resulta un acto de irresponsabilidad culpar a otros gobiernos por propia negligencia, inobservancia y complicidad.
El ministro Moïse olvida que el presidente colombiano, Gustavo Petro, viajó a Puerto Príncipe para respaldar la lucha contra la delincuencia y criminalidad, que el Senado de Estados Unidos apura una ley para sancionar a élites políticas haitianas que apoyan a las bandas armadas y que República Dominicana ha sido el cirineo de Haití.
En vez de urgir a la OEA para que ayude a frenar el tráfico de armas y drogas que azuza la violencia en Haití, al ministro de Defensa haitiano se le ocurre responsabilizar de las penuarias haitianas a tres naciones en específico, incluido Republica Dominicana, que sufre en carne propia ese drama.
La vieja costumbre de gobierno y élites haitianas, de presentarse ante la comunidad global como víctimas y culpar por propios errores a sus vecinos, no tendrá en esta ocasión el efecto esperado, por lo menos en lo que respecta al gobierno dominicano, que en voz de su presidente ha reiterado que Haití representa un riesgo para la seguridad nacional.
La comunidad internacional está compelida a promover una fuerza multinacional que ayude a la policía haitiana a derrotar a las bandas armadas que desangran a esa nación, lo que debe incluir esfuerzos conjuntos para frenar el tráfico de armas y drogas, pero el gobierno haitiano tiene que dejar la mala maña de culpar a otros por sus fracasos.