La frase de Mao Tse Tung «Tigres de papel» perfectamente puede aplicársele a personajes de doble moral, que venden una imagen, y en el fondo son todo lo contrario, alejándose diametralmente a la pose asumida.
«O se van, o los sacamos», era la consigna que se escuchaba en un video grabado en la Plaza de la Bandera y subido profusamente a las redes sociales. La mayoría de los rostros que en el filme aparecen, pasaron a ser funcionarios del gobierno, y ni por coherencia se han vuelto a referir a los planteamientos que enarbolaban en esa oportunidad.
De los jóvenes allí reunidos, nunca salió un planteamiento ni mucho menos programa serio a sugerir sobre la corrupción u otro mal de los que aquejan al país. Con una mano invisible que se movía tras bastidores y los aupaba, las principales figuras de la Marcha Verde se convirtieron en referentes instantáneos de la moralidad y la transparencia.
Inmediatamente asumió el gobierno del presidente Luis Abinader «los santos» se han ido cayendo de los altares, pues muchos de los jóvenes por los que la gente simpatizó, se han visto envueltos en serios cuestionamientos por el mal manejo de las instituciones que estos encabezan.
El caso actual de Bartolomé Pujals y la OGTIC, es edificador de lo arriba expuesto, y retrata el traumático tránsito de las palabras a los hechos. Pujals únicamente con la forma en cómo la empresa Health Gorilla consiguió el RNC convierte este affaire en un escándalo. Ahora se agrega el contrato de 100 millones de pesos al hijo de una popular comunicadora y los más de 6 millones de pesos a influencers, lo que obliga a una explicación.