Cuando se intenta promover una vía de consenso para evitar que el partido oficial imponga su mayoría en la escogencia de jueces de las altas cortes, la oposición política se aventura a declarar una guerra abierta por el control de los bufetes de las salas capitulares.
Por muchos años prevaleció una regla no escrita según la cual el presidente de una sala capitular sería escogido entre regidores del mismo partido del alcalde electo, pero ahora los partidos Revolucionario Moderno (PRM) y Reformista Social Cristiano (PRSC) advierten que no acatarán ese acuerdo.
El rompimiento de esa mentada regla de oro, además de causar dificultades mayores en las gestiones de los alcaldes, abriría compuertas a una áspera disputa entre regidores con riesgo de generar crisis institucionales que estarían fuera del control de los partidos.
Es posible que la apuesta de la oposición a bailotear mediante elecciones sin acuerdos previos todos los bufetes municipales le permita el control de un mayor número de salas capitulares, aunque no hay que descartar que desde el litoral oficial se piense lo contrario.
No se tiene claro el propósito de esa arriesgada estrategia política, pero los partidos que la sustentan envían una señal que podría ser interpretada por el Gobierno y la sociedad como que prefieren confrontación en vez de concertación.
El arraigado nivel de clientelismo y transfuguismo que afecta a todos los partidos debería ser tomado en cuenta para entender que no hay seguridad de que las alianzas electorales se reflejen de manera matemática entre regidores, muchos de los cuales saltarían la barda bajo el criterio de que por la plata baila el mono.
Donde sin duda operaría la aritmética pura es en las sesiones del Consejo Nacional de la Magistratura para escoger los jueces del Tribunal Constitucional, Tribunal Superior Electoral y Suprema Corte de Justicia, un órgano de delegación popular que dominará de manera absoluta el partido de gobierno.
Conviene advertir a la oposición política que no es posible invertir el aforismo jurídico de que “quien puede lo más puede lo menos”, porque los que creen poder “lo menos”, no pueden aspirar a tener “lo más”.