Opinión Libre Pensar

Más repatriaciones

Más repatriaciones

Oscar López Reyes

La inmigración de los vecinos isleños en suelo dominicano, y las desconsideradas embestidas de sus monaguillos internos y satélites internacionales, ha revivido el espíritu dominicanista y puesto en evidencia que las repatriaciones no han sido una inspiración ni un capricho del gobierno.

No. Luce que el gobierno actúa porque la situación se ha tornado inaguantable, y residentes en pueblos se rebelan, generándose conflictos con miembros de una comunidad a la cual los dominicanos le ha ofrecido una excesiva solidaridad. Pero no podemos, con el corazón en las manos, darles más albergue.

Por esa justificación, postulamos que el regreso de 10 mil cada semana a su país de origen debe ser permanente, actuando siempre con escrúpulo y decencia, hasta donde sea posible, e indigna escuchar decir a figuras públicas que las instituciones dominicanas no deben aplicar la Carta Magna ni las leyes que no sean del agrado de potencias extranjeras ni de organismos internacionales, y aboguen porque se interrumpan las repatriaciones.

En vez de conmoverse, esos anti-nacionales de todos los pelajes aplaudirán si la República Dominicana resulta humillada en la ONU, la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos u otras instancias foráneas prejuiciadas y que nos hostigan.

Sólo a un extranjero desconocedor de una realidad concreta se le ocurre reclamar que se permita el ingreso de indocumentados nativos de Haití, donde para un dominicano entrar debe presentar un pasaporte visado, una fotografía 2 x 2 y 30 dólares en su embajada en Santo Domingo, lo que no acontece con los haitianos en nuestro país, que montan protestas cuando se les impide penetrar ilegalmente, bajo la creencia de que es una selva.

Miles de insulares han incursionado por la frontera, en un abierto tráfico de personas, que pagan a soldados encargados de la vigilancia, cuentan con el respaldo de curas sin barbas, algunos de los cuales promueven esa acción repudiable.

Nuestro territorio ha sido inundado por un torrente de indocumentados, que llegan amparados en un falso criterio humanitario y alegando que si no los dejan cruzar los límites fronterizos violan sus derechos, que harán vigilias y llevarán sus casos para una condena en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

¡Puro chantaje! Duele que sus nuevas autoridades en vez de reconocer los esfuerzos del presidente Luis Abinader por ellos en los cónclaves internacionales, inauguran su gestión con arrebatamientos y desprecios hacia el que les extiende la mano. Los empresarios tendrán que buscar alternativas de sustitución, sin tener que ponerse a llorar desconsoladamente, como niños afectados por el tóxico síndrome de Edipo.

Laceran el soborno y los que tienen la conciencia debajo de los pies. La inmigración haitiana es alarmante. ¡Presidente Abinader, hacia atrás, ni para tomar impulso!