En la República Dominicana, los grupos políticos que han gobernado y los que hoy se disputan el poder han convertido la manipulación mediática en su principal arma.
Desde el Estado y cúpulas partidarias, se imponen campañas diseñadas para ocultar fracasos, maquillar la corrupción y desacreditar a quienes cuestionan el sistema.
La llamada “guerra mediática” se expresa en el control de noticiarios, programas de opinión y redes sociales, donde circulan encuestas amañadas, rumores fabricados y mensajes diseñados para dividir a la sociedad.
Los medios son voceros de intereses económicos y políticos, más preocupados por blindar privilegios que por informar con objetividad. Los actores dominantes deciden qué temas aparecen en la agenda pública y cuáles se silencian.
Asimismo, la impunidad de funcionarios, el endeudamiento creciente o el deterioro de los servicios básicos rara vez ocupan titulares; en cambio, se magnifican escándalos superficiales para desviar la atención ciudadana.
El resultado es un país atrapado en la lógica del “nosotros contra ellos”, donde la verdad es sustituida por narrativas manipuladas y la crítica se reduce a un ataque político.
La comunicación, en manos del poder, no busca esclarecer, sino adormecer a la población y neutralizar cualquier intento de transformación real. Ante esta realidad, la ciudadanía no puede seguir siendo espectadora pasiva.
Es hora de indignarse, de señalar a los responsables, de desenmascarar las mentiras y de movilizarse contra quienes utilizan la manipulación como arma de dominación.
Solo un pueblo consciente, activo y dispuesto a defender la verdad podrá desmontar el aparato propagandístico que sostiene la corrupción, la desigualdad y la impunidad en la República Dominicana.