SANTIAGO. Es lastimosa la situación que se observa en diversas calles y sectores de esta ciudad donde ancianos realizan labores de mendicidad en las calles, lo que llama la atención de personas sensibles que demandan de las autoridades la búsqueda de una solución definitiva a esta problemática.

Y es que por lo menos en la calle Del Sol de esta ciudad, la situación se deja ver, y hasta podría decirse que a gran escala, encontrarse con ancianos sentados en las aceras diariamente con pequeños recipientes en sus manos a esperas de que alguien deje caer algunas monedas, ya forma parte del pan nuestro de cada día.

«Regáleme algo por favor», es la frase que ya se ha hecho común entre los ancianos que al encontrarse tan cerca el uno del otro pronunciando el mismo discurso hacen que más de uno hasta pierda la paciencia.

Tanto así que algunos han optado por sacar par de pesos de sus bolsillos, y entregarlos a estos envejecientes momentos antes de que pronuncien la socorrida frase.

Al abordar a transeúntes que se desplazaban por esta vía sobre esta situación, manifestaron su consternación.

Marino López dijo «que se deben ubicar en un lugar donde reciban la atención adecuada o tratar de localizar a algún familiar que pueda responsabilizarse de ellos.

Mientras que Juana Gil sostuvo que «ya no le doy dinero, porque cada vez que camino por aquí que es diario, están pidiendo, esa situación ya hasta me desespera».

Mientras que otros dijeron que han optado por pasarla por alto. «Estoy tan acostumbrada a que pidan que ya los veo como parte de la tradición del transitar por la calle Del Sol», dijo Josefa Núñez en el momento en que fue abordada cuando se desplazaba por la transcurrida calle del sol.

El total de los ancianos que piden desde las aceras de esta vía circunda los diez, de los que por cierto, nadie conoce sus nombres, ni mucho menos sus procedencias, la gente los conocen simplemente como «los ancianos que piden en la calle Del Sol».

Rol estatal

Los ancianos son un conglomerado social muy pobre, que ante la falta de protección e inasistencias del Estado, se ven obligados a pedir en las calles de Santiago, la Capital y otras grandes ciudades, para paliar sus necesidades.