Qué pobre somos de institucionalidad, prevención y planificación! Esto quedó demostrado con la tragedia del pasado sábado 18 de noviembre, evidenciándose nuestra orfandad en soluciones.
Tenemos que hacer conciencia de que el cambio climático, nos va a golpear inmisericordemente, por lo que siempre debemos estar preparados para afrontar las nefastas consecuencias que ocasionará en nuestro hábitat. El evento atmosférico hizo colapsar a gran parte del país; calles y avenidas se inundaron de agua, dejándose ver la vulnerabilidad de la mayoría de nuestras infraestructuras. Desgraciadamente la muerte se vistió de vaguada.
El horripilante 4 de noviembre del año pasado quedó en el «saco del olvido» para el gobierno, que vio llegar este noviembre como siempre: indefenso.
Y es la razón de que este segundo noviembre nos agarrara «asando batatas», pagando muy caro el repetitivo error. Han muerto decenas de seres humanos, víctimas de la negligencia y la apatía de funcionarios que no ejercen sus trabajos con la debida responsabilidad y profesionalismo. Observen la desidia del ministro de Obras Públicas, Deligne Ascención, quien desestimó las advertencias, que con mucha antelación denunciaron el deterioro del paso a desnivel de la 27 con Gómez.
Lo del general Juan Manuel Méndez ya es «deja vu», pues cada cierto tiempo este funcionario que se ha convertido en pintoresco, origina una situación cómica en medio de vicisitudes. Dándole la espalda a sus deberes, en tiempo en que la entrega a sus obligaciones debe ser absoluta, Méndez se destapa con sus ya acostumbradas bufonadas. Pero una asignatura reprobada es la de nuestra alcaldesa Carolina Mejía, quien parece estar pensando más en el 28, que en los infortunios que se pueden evitar con simples medidas de mantenimiento.