El compromiso suscrito ayer por los presidentes de República Dominicana, Danilo Medina, y Haití Michel Martelly, de trabajar en favor de la cooperación binacional en el marco de pleno respeto a la soberanía, ha sido una oportuna iniciativa de la Unión Europea (UE), cuyo comisionado prometió asistencia financiera y técnica para esos fines.
La presencia en esa ceremonia, celebrada en un hotel de Punta Cana, del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rampuy, confiere un tinte menos endeble que otras promesas suscritas entre autoridades de ambas naciones, borradas por agua de indiferencia o negligencia atribuida al litoral haitiano.
Hizo bien el presidente Danilo Medina al advertir a Martelly que “ya es hora de mirarse a los ojos”, de estrecharse las manos y de trabajar “hombro con hombro” por el fortalecimiento de los dos países, porque hasta ahora la agenda haitiana no parece coincidir con los esfuerzos y sacrificios dominicanos en procura de consolidar nexos de buena vecindad.
El retraso de más de una hora en la llegada al lugar del encuentro del Presidente haitiano y su comitiva constituyó una incómoda e inapropiada señal de descortesía incompatible con la jerarquía política y diplomática del presidente Medina y del comisionado Rampuy.
Mientras Medina instó al liderazgo domínico haitiano a compartir la visión de construir dos naciones fuertes, independientes y desarrolladas, capaces de convivir y cooperar en buena vecindad y desde el respeto mutuo, Martelly hizo énfasis en felicitar al jefe de Estado por “su disposición y compromiso”, como si consolidar nexos fuera una obligación unilateral.
Al presidente Martelly le compete hacer honor al compromiso de promover “un comercio justo, mejor organizado y más equilibrado” con sus vecinos, para lo cual las autoridades haitianas tendrían que poner fin a su recurrente política de prohibiciones unilaterales y administrativas del ingreso de productos dominicanos.
El presidente Medina, como era de esperarse, observó en ese encuentro con su colega haitiano y el comisionado de la UE, un comportamiento digno de un estadista comprometido con la defensa de la Constitución de la República, que también promueve la solidaridad y el entendimiento con Haití.
El Gobierno dominicano no tiene más nada que demostrar respecto a una complicada agenda bilateral que incluye temas de nacionalidad, control migratorio, comercio y cooperación económica con Haití. Ojalá que el presidente Martelly haya entendido la trascendencia histórica de ese encuentro patrocinado por la Unión Europea.