Opinión Articulistas

Mucho más que Friusa

Mucho más que Friusa

Elvis Lima

El tema migratorio ha despertado los sentimientos más profundos de la sociedad dominicana. Como el ave fénix que resurge de sus cenizas, el pueblo ha comenzado a levantarse del letargo provocado por años de abandono institucional y de una indiferencia política donde el caos fue la norma y no la excepción.

La marcha realizada en Friusa, Distrito Municipal Verón–Punta Cana, dejó varias lecciones. La primera: rompió el mito de que ese territorio era inaccesible, incluso para las propias autoridades. La segunda: aunque en la forma estuvo revestida de patriotismo, en el fondo su esencia fue socavada por el oportunismo del presente y la irresponsabilidad histórica del pasado.

No cabe duda de que las acciones del actual Gobierno han provocado este nuevo despertar social. Todo comenzó con la construcción del muro fronterizo; le siguió el despliegue masivo de militares, equipos y armamentos para reforzar la seguridad tras el conflicto por el desvío del río Masacre. A esto se suma la decisión de deportar semanalmente a 10 mil indocumentados haitianos. Todas estas medidas tocaron las fibras más profundas del nacionalismo dominicano, que, aunque parecía dormido, estaba vivo, latente, esperando un verdadero liderazgo para despertar.

Si miramos hacia atrás, la historia de la Ley de Migración 285-04 es en sí misma un reflejo de la lucha por la soberanía. Fue una odisea lograr su aprobación, impulsada por el entonces senador por la provincia María Trinidad Sánchez, Jesús Vásquez Martínez , hoy cónsul en Nueva York. El proceso enfrentó presiones tanto internas como externas. La promulgación de la ley fue posible gracias a las maniobras del entonces presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, para que Hipólito Mejía la firmara antes de dejar el poder en 2004, ante el inminente regreso de Leonel Fernández a la presidencia.

Pero la verdadera estocada a la eficacia de la ley llegó con el retraso en su aplicación: el reglamento correspondiente no fue emitido sino hasta siete años después, mediante el decreto 631-11, ya durante el tercer mandato de Fernández. Para ese entonces, el daño estaba hecho. Las autoridades optaron por el silencio y cedieron ante las presiones de organismos internacionales que, históricamente, han querido endosarle a nuestro país el peso de la crisis haitiana. Tan entregado fue el entonces presidente que hasta una universidad le construyó a Haití.

Con la llegada de Danilo Medina, se dio un paso importante con el Plan Nacional de Regulación, iniciativa bien intencionada, pero terminó muy contaminada y cuestionada. Las repatriaciones fueron suspendidas de forma tajante, y los entonces ministros José Ramón Fadul (Interior y Policía) y Gustavo Montalvo (Presidencia) celebraron públicamente esa suspensión, como si de un logro se tratara.

Por: Elvis Lima
Limafueraderecord@gmail.com

El Nacional

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