En 2024 ya casi llega lleno de esperanza y expectativas, pero sobre todo, de la resolución de ser nuestra mejor versión tanto emocional como físicamente. Y es en esa búsqueda de plenitud, donde muchos incluyen en sus planes hacerse los cambios físicos que los hagan sentirse más cómodos con su imagen.

“La cirugía plástica se ha convertido en una herramienta valiosa que va más allá de la apariencia física”, explica la reconocida cirujana plástica Tania Medina.

Pero no todos están preparados emocionalmente para practicarse una cirugía y así lo expresa Medina, agregando que: “no están preparadas desde el punto de vista emocional para realizarse una cirugía: el paciente que no esté en equilibrio físico y mental o espiritual, por ejemplo un paciente que este en depresión, pasando por procesos de rupturas, de duelos, etc, o esas pacientes no están centradas y no están preparadas”.

También te podría interesar: Cirugía vs ejercicio: mitos y realidades, ventajas y riesgos

Medina detalla que la decisión de someterse a una cirugía plástica a menudo está arraigada en el deseo de alinearse con la imagen interna de uno mismo y este proceso de alineación puede resultar empoderador, ya que brinda la oportunidad de tomar el control sobre su apariencia.

La experta califica de compleja la relación entre la cirugía plástica y la salud mental, pero a menudo es positiva, ya que las mejoras estéticas pueden generar un sentido renovado de autoconfianza, reduciendo el estrés y la ansiedad asociados con la percepción de la propia apariencia.

“Definitivamente la cirugía plástica, cuando se aborda con un enfoque equilibrado y realista, desde el amor propio y la aceptación, puede ser un catalizador positivo para el bienestar integral”, concluyó.