Un día como hoy, 2 de abril de 1842, nace Doménico (Domingo en castellano) Savio, un alumno de san Juan Bosco, en el oratorio de san Francisco de Sales, que se propuso ser santo y murió tres semanas antes de cumplir los 15 años de edad, siendo uno de los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia católica.
Domingo Savio —«Dominguito» para sus padres—, nació en San Giovanni da Riva, cerca de Chieri, pero cuando tenía solo unos veinte meses, sus padres Carlino Savio y Brígida Gaiato se trasladaron a Murialdo, donde nacieron sus hermanos.
En 1847, su madre lo llevó a la iglesia, siendo párroco Juan Bautista Zucca; allí aprendió a ayudar en misa como monaguillo.
En febrero de 1849, toda la familia se trasladó a Mondonio. Domingo, con siete años y una preparación y madurez poco común para su edad, recibió el 8 de abril su primera comunión en la parroquia de Castelnuovo de Asti
El 2 de octubre de aquel año Domingo se encontró por primera vez con Juan Bosco en Becchi, junto a la casa natal del educador, y el 29 de octubre de 1854 entró en el oratorio de Valdocco de Turín para completar los estudios, en particular el del latín.
Seis meses después, tras un sermón del padre Bosco acerca de la austeridad y el sacrificio, donde remarcaba que cuando uno se sentía oprimido por alguna calamidad o molestia del cuerpo había que ofrecérselo a la Virgen, Domingo renovó su votos realizados con ocasión de su primera comunión ante el altar de María en el oratorio. El niño consideró que este sería el medio más adecuado para llegar a la más alta perfección y en ese momento se propuso convertirse en santo.
Domingo comenzó a realizar austeridades de todo tipo, como consumir sólo la mitad de su ración de comida, dormir menos tiempo y rezar más. Sentía gran devoción por la Virgen María, llegando a permanecer más de cinco horas diarias rezando. Una noche de invierno, don Bosco encontró a Domingo temblando de frío en la cama, sin más cobertor que una sábana.
Desde entonces don Bosco le prohibió formalmente hacer penitencia alguna sin su permiso. Domingo se entristeció, pero Juan Bosco insistió en que debía jugar alegremente con sus compañeros. Desde aquel momento hasta su muerte, Domingo unió la piedad con una alegría serena que gustaba a Don Bosco, dedicándose con mayor celo a los compañeros marginados por otros y a aquellos que enfermaban.
Tal como había predicho don Bosco, la salud de Domingo empezó a empeorar. En febrero de 1857 tuvo fortísimos accesos de tos que le obligaron a guardar cama durante semanas. El domingo 1 de marzo fue enviado de vuelta a la casa de sus padres, en Mondonio. Un médico diagnosticó que padecía de algún tipo de inflamación en los pulmones y decidió sangrarlo, según se acostumbraba en aquella época, pero el niño siguió empeorando.
En los primeros días de marzo de 1857, Domingo recibió la unción de los enfermos; al anochecer del lunes 9 de marzo rogó a su padre que recitara las oraciones por los agonizantes. A las diez de la noche trató de incorporarse y murmuró.
FUENTE: https://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_Savio