La campaña negativa es aquella cuyo objetivo principal es atacar al candidato contrario para que este pierda adeptos y el triunfo de quien dirige el ataque casi siempre desde la sombra, sea más fácil de lograr.
Esta mayormente se circunscribe en lo que tiene que ver con la puesta en marcha de una programación bien definida para de una manera o de otra descalificar al candidato sobre el cual se dirige dicha campaña, minimizando así las posibilidades del triunfo y sobre todo, reduciendo la apreciación de los electores con relación a la simpatía anteriormente mostrada.
La campaña negativa es muy común en nuestros pueblos y países tercermundistas, ya que de esta se derivan toda una serie de conjeturas que podrían ir desde los errores que comete tal o cual candidato, para esta manera echárselo en cara, hasta la falta de preparación para ocupar la posición a la que este bien podría aspirar.
La campaña negativa, encierra dentro de sí, todo un espiral de temor al bando sobre el cual están dirigidos los dardos, es decir, en contra de quienes se propician estos antiéticos actos, debido al arrastres que tienen las víctimas.
Las campañas negativas y sucias tienen una marcada diferencia de acuerdo a lo estipulado por la ciencia política, en donde la primera es cuando a un candidato le sacan a flote los errores cometidos para desprestigiar ante la sociedad.
Mientras que la campaña sucia es engendrada por mentes perversas, dañinas anti éticas e inmorales, las cuales en base a calumnias o mentiras, fabrican todo un dispositivo de maldad para a través de las mismas desacreditar las posiciones políticas contrarias.
Tanto la campaña sucia como la negativa, abundan más durante los momentos electorales.