Editorial Opinión

No fue posible

No fue posible

Los cinco tripulantes del sumergible Titán, que el domingo emprendieron un viaje al fondo del mar para documentar la descomposición del Titanic, perecieron al producirse una implosión en la cabina, confirmaron ayer la empresa dueña del submarino y la Guardia Costera de Estados Unidos.

La compañía Ocean Gate Expeditions dijo que su piloto y director ejecutivo Stockton Rush, junto con los pasajeros Shahzada Dawood y su hijo Suleman Dawood, Hamish Harding y Paul-Henri Nargeolet «tristemente se han perdido», aunque prevalece el criterio de que fallecieron por un accidente y no por falta de oxígeno.

Tan pronto se informó sobre la desaparición del sumergible en profundidades del Atlántico Norte, se emprendió una espectacular gestión de búsqueda con la esperanza de localizar el aparato y rescatar con vida a las cinco peresonas, lo que no fue posible.

Millonarios empresarios, agencias de viajes y turismo promueven viajes al espacio y a las profundidades marinas, para lo cual diseñan sus propios cohetes y naves espaciales, así como sumergibles como el que colapsó en una gira hacia el lugar donde se encuentran los retos del Titanic, hundido en 1912.

La Guardia Costera informó que un robot submarino operado a distancia avistó un campo de escombros cerca del lugar donde yace el Titanic del que posteriormente se confirmó que correspondían al sumergible, por lo que sugirió que se produjo una pérdida catastrófica de pasajeros.

El intenso proceso de búsqueda y rescate de los ocupantes del Titán concitó la atención mundial, hasta ayer cuando la propia compañía que dirigió el viaje del sumergible informó el fatal desenlace, lo que fue confirmado por el comando naval de Estados Unidos.

Ese trágico accidente no detendrá el espíritu aventurero y emprendedor de una nueva camada de millonarios decididos a promover desde el ámbito privado proyectos como viajes de turismo a la órbita terrestre, al satélite lunar y hasta al planeta Marte, además de fomentar el turismo en lo más recóndito del mar.

Ojalá que esos desbordantes capitales y riquezas se empleen también en salvar al planeta, producir semillas y plantas que ayuden a incrementar la producción de alimentos, reducir el costo de la medicina, ayudar a prevenir enfermedades, fomentar y promover paz, justicia y equidad en todo el mundo.

El Nacional

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