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No más vacas sagradas

No más vacas sagradas

Juan Taveras Hernández

Tengo amigos, no cómplices” (Luis Abinader)

Este comentario nace de una entrevista que le hice, en el programa de televisión, “Nosotros a las 8”, al reputado abogado, experto en solución de conflictos y negociador internacional, Nelson Espinal Báez, sobre diversos temas internacionales y nacionales, a saber, Estados Unidos y el resto del mundo, y, por supuesto, su percepción sobre lo que ocurre en nuestro país.

Espinal Báez cree que el presidente Luís Abinader puede recuperar su alto nivel de popularidad que las encuestas les otorgaron durante los últimos años y que le permitieron reelegirse sin ninguna dificultad. Si actúa correctamente haciendo lo que tiene que hacer asumiendo las consecuencias, sin duda se encampanará nuevamente por encima del 50 o 60% de aceptación popular.

Entiende el jurista que el gobierno evidentemente está pasando por un mal momento, por un “bache” pasajero, pues en los tres años que le restan a su ultimo mandato, es mucho lo que se puede hacer. Resalta los avances que indudablemente ha tenido el país durante su gestión, citando el crecimiento de la economía, fortalecimiento de la institucionalidad democrática, turismo, zona franca, inversión extranjera, entre otros elementos positivos.

La crisis energética, los apagones, más la lucha contra la corrupción, son los dos elementos más preocupantes actualmente, los que afectan la imagen del presidente Abinader y del PRM. Los frecuentes y constantes apagones pronto serán cosas del pasado en relativamente poco tiempo. Existe una voluntad política para darle solución al problema haciendo las inversiones que no se hicieron durante los gobiernos anteriores.

Aquí me llega una expresión del presidente chino Mao Zedong, de como una cosa mala puede convertirse en una cosa buena. Y viceversa. En efecto, como he dicho muchas otras veces, la corrupción es un mal endémico en nuestro país, una cultura muy enraizada, que nos ha perjudicado desde mucho antes de la creación de la República. De algún modo la corrupción forma parte de la naturaleza humana.

No ha podido ser eliminada totalmente ni en los países, como China, Singapur, entre otros, donde se castiga con la pena de muerte. (Por cierto, en China acaban de condenar a muerte al poderoso exministro de Agricultura Tang Renjian por aceptar un soborno).

Abinader tiene asumir el costo político del combate a la prevaricación, el uso incorrecto de los fondos públicos, el nepotismo, el tráfico de influencias, etc., convirtiendo en realidad sus promesas de llevar a la justicia, previa investigación y comprobación de los hechos, a todo aquel, que haya metido la pata, el brazo y las dos manos.