Editorial

No se tolera

No se tolera

Haití usó ayer de nuevo el escenario del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para repetir que República Dominicana promueve apatridia al despojar de su nacionalidad a miles de ciudadanos, infamia que el Gobierno haitiano mercadea sin guardar el menor de los escrúpulos.

El canciller haitiano, Lener Renauld, llegó al colmo de advertir que no hay ninguna garantía de que el Ggobierno dominicano conceda residencia o apruebe solicitud de naturalización de los inmigrantes inscritos en el Plan de Regularización Migratoria, por lo que reclamó a la comunidad internacional que “rompa el silencio”.

Tan desconsiderados planteamientos del canciller Renauld, fueron refutados por el embajador dominicano ante la OEA, Pedro Vergés, quien dijo que “no podemos aceptar el cinismo de naciones que pretenden denunciar con hipérbole y exageración lo que ellos tienen por costumbre hacer en su propio territorio a inmigrantes”.

El Gobierno haitiano reclama ahora que la comunidad internacional obligue a República Dominicana a frenar su programa de control migratorio y renunciar al ejercicio de su soberanía, pero oculta que ese gobierno incumplió el compromiso de dotar de documentos a sus nacionales para que pudieran normalizar su estatus migratorio.

Las autoridades dominicanas están compelidas a rechazar tajantemente la amenaza de Haití de que va a hacer todo lo posible para que el Gobierno no aplique sus leyes nacionales referidas a la inmigración y la nacionalidad. Hasta ahí no se puede llegar.

Con gran esfuerzo y sin ningún tipo de colaboración de Haití, República Dominicana regulariza la situación migratoria de más de 350 mil indocumentados, la mayoría haitianos, pero un canciller irresponsable usa la mentira para decir que el retorno voluntario de 30 mil de sus compatriotas significa un desastre humanitario.

El embajador Vergés interpretó fielmente la posición del Gobierno y pueblo dominicanos al señalar que ningún Estado miembro de la OEA ni de ninguna parte del mundo negocia con otro los términos de sus leyes migratorias porque esa es una potestad soberana irrenunciable.

Ante el nuevo vertido de infamia, mentiras e irrespeto en que incurre el Gobierno haitiano, queda claro que República Dominicana no acepta ni tolera ningún tipo de chantaje o imposición foránea, venga de donde venga, y menos de un régimen hipócrita e irresponsable como el de Haití.

El Nacional

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