La tercera ronda del diálogo de alto nivel entre República Dominicana y Haití se perfila como la más útil de las conversaciones bilaterales de los últimos años, quizás porque los intervinientes prefirieron acercarse más a lo posible que al imposible ideal.
Ambas naciones acordaron propiciar importaciones de bienes y servicios sin aplicar medidas discriminatorias, de conformidad con los principios de la Organización Mundial de Comercio, de los cuales Santo Domingo y Puerto Príncipe son signatarios.
Al inicio de la reunión celebrada en un hotel de Juan Dolio, el jefe de la delegación dominicana, Gustavo Montalvo, reclamó de su contraparte, encabezada por el primer ministro haitiano Laurent Lamothe, la eliminación inmediata de las prohibiciones al ingreso de productos dominicanos a Haití.
En lo adelante, cualquier medida de restricción a importaciones de productos a través de la frontera será comunicada a la parte afectada con suficiente antelación, y las controversias que se generen serían resueltas en lo posible por las vías diplomáticas.
Se define como logro significativo de ese encuentro, el compromiso del Gobierno de Haití de solo cobrar mil pesos por la expedición de pasaporte a sus nacionales residentes en República Dominicana que deseen acogerse al Plan Nacional de Regularización Migratoria.
Aunque lo deseable sería que ese documento se otorgue de manera gratuita al menos a extranjeros con ingresos precarios, se entiende que las autoridades haitianas no disponen de recursos suficientes para subsidiar los insumos que se requieren para su confección.
El compromiso de firmar un acuerdo de extradición es otro paso en firme hacia la conformación de un auténtico clima de buenas relaciones entre los inquilinos de la Hispaniola, que también se obligan a mutua cooperación en la persecución y castigo del crimen intrafronterizo.
En esa ronda de diálogo, cuyos trabajos y propósitos se transfieren a la Comisión Mixta Binacional, el Gobierno de Haití presentó un nuevo rostro más comprensivo, cooperador y respetuoso, que República Dominicana debe acoger con mesurado entusiasmo a la espera de que los hechos hagan honor a las palabras.